sábado, 24 de noviembre de 2012

María Pardo, la bien pagá

Aplicación práctica de las nuevas teorías macroeconómicas

Por Ana Ulla

No sabemos si el excesivo tiempo libre, o la voluntad de alzarse con el galardón a ver “quién la dice más gorda”, han convertido el lenguaje en algo parecido a un Cubo Rubik en el que se juega a juntar palabras para que suenen como el aleteo de los ángeles sin importar qué se quiere decir o susurrar. Es así como hemos oído hablar de “persecución política por razón de género” o, más doméstico si cabe, desde Raxoi a propósito de “tener deudas sin tener deudas”. Es el caso de la concejala María Pardo, la no siempre bien ponderada ni debidamente debida  cuya habilidad con las cuentas municipales no sabemos si es mérito de buena gestora o de prestidigitadora de postín. A la cajita de los truenos le ha levantado una esquina Marta Álvarez-Santullano quien informó en rueda de prensa, o de molino, que la Pardo debe hasta de callarse. Y pidió su dimisión, claro, que con esa posdata vienen impresos en su final todos los papeles que manejan uno y otro partido. No podemos estar de acuerdo en la razón, pero sí en la dimisión más o menos revocable. Lo de deber es triste, sí, pero es cachondeo amarillo endilgarle a las arcas públicas cinco euros de un taxi o casi doscientos de “ayudas” en un viaje a Madrid. Eso es materia, carnaza de dimisión. Por cutre. Porque además pretendía cobrárselo con deudas vencidas que mantiene con el propio Concello, como señaló Santullano esgrimiendo decretos municipales en los que se daba cuenta tanto de las deudas como de los intentos de compensarlas.
Pero en Santiago todo es lo que parece y horas después la propia María Pardo compareció para desmentir lo anterior enarbolando un informe de Tesorería según el cual “no tenía deudas o sanciones en periodo ejecutivo”. No hay que ser un lince para saber que fuera de esos dos supuestos existen otros limbos legales en los que es posible tener deudas y que no figuren como tales pero…
…pero la cuestión es digna de los tiempos que vivimos. Solo en política se puede deber y no deber al mismo tiempo, tener deudas y no tenerlas, poseer documentos públicos que demuestran una cosa y la contraria. Es una categoría tributaria nueva, y María Pardo su profeta. Pardo debe dimitir, si, por mofa, befa y bufa. Por cutre, insistimos. Cargar al erario público cinco euros de un taxi es para marcharse de Santiago y no volver hasta que pase el fin del mundo.
Y usted, ¿a quién cree?
Exacto, a Miliki.

¿Se la tenía jurada Álvarez-Santullano a María Pardo? Juzgue usted mismo...
María Pardo, cuando la vulgaridad viste de Prada



1 comentario:

Anónimo dijo...

Pues ahora que sabemos las estrecheces económicas de doña María Pardo, lo entendemos todo.

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