Inés Abril es, con todo, canela criada en barrica, fina, dejada reposar mientras uno solo ve labios rebozados, el descaro en la cocina que da la juventud de tantos siglos de sabor y estar, un efluvio del que no es heredera esta joven sino la misma herencia frágil, cuando ya el aroma gallego estaba inventado y en su punto olvidábamos, hasta ahora, que siempre hace falta una guinda, o dos, grandes como ojos oscuros de primer y segundo plato, bien llevados entre manos delicadas a punto de nieve que saben dar más valor a un baño maría que a uno de oro, para un reconocimiento que nos quiere saber a obviedad en su salsa.
Guarda tras su mandil negro la misma crítica de la ración pura sobre manteles tan blancos como solo pudieron serlo las almas de antes de la Creación, para acompañarlos con un buen vaso de la ría reducida a la máxima expresión, que es el verla entre los fuegos de la alquimia de cualquier lareira soñada y rebañada.
Porque al fin el horno de Abril es solo una puerta, pequeña por eterna, al templo de esta tierra donde guarda celosa los cinco sentidos que vestimos y los que ella crea y recrea en cartas perfumadas de verde, de blanco, un viaje de vuelta por la ruta de las especias que, como ahora, llevaron a descubrir un nuevo mundo, el suyo, donde uno quisiera vivir con una servilleta a modo de pasaporte de invitado, y servirla en bandeja.
Guarda tras su mandil negro la misma crítica de la ración pura sobre manteles tan blancos como solo pudieron serlo las almas de antes de la Creación, para acompañarlos con un buen vaso de la ría reducida a la máxima expresión, que es el verla entre los fuegos de la alquimia de cualquier lareira soñada y rebañada.
Porque al fin el horno de Abril es solo una puerta, pequeña por eterna, al templo de esta tierra donde guarda celosa los cinco sentidos que vestimos y los que ella crea y recrea en cartas perfumadas de verde, de blanco, un viaje de vuelta por la ruta de las especias que, como ahora, llevaron a descubrir un nuevo mundo, el suyo, donde uno quisiera vivir con una servilleta a modo de pasaporte de invitado, y servirla en bandeja.
No hay comentarios:
Publicar un comentario