Publicado en Santiagosiete el 31 de Octubre de 2008
Ahora que se acercan las elecciones autonómicas asistiremos en poco tiempo a la disolución del Parlamento y no, como preferirían algunos, a la de los parlamentarios. Cuando cese la música sabremos quiénes se han quedado sin silla en ese juego y aunque sigamos sin saber si Galiza o Galicia se dice Galicia o Galiza, al menos habremos aprendido que “hipoteca” se dice igual en castellano que en gallego. Las piedras de volver a tropezar seguirán en su sitio y nuestros ingresos obedecerán a una única ley, la de la gravedad.
Y volverá a plantearse el tema de los pactos de progreso, especialmente los personales, algo que no todos, especialmente los excluidos, comparten. Para prevenir estas situaciones pudiera idearse un sistema electoral según el cual cada partido podría presentar hasta cuatro posibles papeletas: una con su lista exclusivamente, otras dos que aunaran su lista y la de otros partidos con los que fuese imaginable un pacto, y quizá una más en la que el elector permitiera un pacto de gobierno pero sin expresar con qué otra formación.
Esto, con parecer un galimatías, al menos haría la votación más sincera, un término medio entra las listas cerradas y los tontos que las votamos.
Y volverá a plantearse el tema de los pactos de progreso, especialmente los personales, algo que no todos, especialmente los excluidos, comparten. Para prevenir estas situaciones pudiera idearse un sistema electoral según el cual cada partido podría presentar hasta cuatro posibles papeletas: una con su lista exclusivamente, otras dos que aunaran su lista y la de otros partidos con los que fuese imaginable un pacto, y quizá una más en la que el elector permitiera un pacto de gobierno pero sin expresar con qué otra formación.
Esto, con parecer un galimatías, al menos haría la votación más sincera, un término medio entra las listas cerradas y los tontos que las votamos.
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