viernes, 24 de abril de 2015

Sánchez-Agustino, o las lealtades que duran lo que un caramelo a la puerta de un colegio electoral


Por Ana Ulla

Siempre hemos sentido verdadera devoción por los evolucionados políticos, esos que un día se despiertan, generalmente tarde, y se encuentran con la ideología evolucionada, enhiesta, reluciente. Admiración, en efecto, por considerarlos personas que solo creen en principios, los de una lista electoral pero principios al fin y al cabo, lo que es siempre un buen comienzo. Devoción, y no poca, porque aunque parezcan personas que están hechas de una pasta especial, es pasta al fin y al cabo, gente como cualquiera de vosotros. Y tanto es el arrobo que les profesamos a los tales evolucionados que ojalá cundiera el ejemplo y fueran todos los partidos los que rotasen por cada uno de esos neocandidatos para demostrar sin tapujos que lo de la evolución no es cosa reservada solo a los monos.
De ahí que no comprendamos el revuelo suscitado por el deslumbramiento damasquino y posterior caída del burro de Sánchez-Agustino y su salto a Ciudadanos. Ha evolucionado y nos congratulamos hasta la lágrima, un converso cuyo partido no ha sido capaz de reconocerle el oficio de servidor público que bullía por sus venas. De nada han servido tantos años de feroz entrega a una causa que ahora nos vamos a quedar sin conocer, de nada que se dejara utilizar seducido por los gorgoritos de sirenos como arma arrojadiza contra un Conde Roa que, como Landa en su papel de Pepe, se va al país de las teutonas; de nada tantos años empleados en tertulias (¿o era siempre la misma grabada cien veces?); de nada que se le llevara y trajera como pieza de caza menor en presentaciones de libros o lo que fuese. Cuando no se puede sacar ni treinta monedas más de un partido, lo mejor es evolucionar. Lo contrario, quedarse en él deshojando la margarita o el trébol, a la espera de venturosos años por venir, está al alcance de solo unos pocos que, además, lo ignoran.

 Por eso solo nos queda desearle la mejor de las fortunas, incluso la política, en su nueva andadura como ejemplo para esas viejas generaciones que acaban muriendo de artritis evolutiva. El hombre está hecho para ser libre, evolucionar, todo es cambio. Y en eso de evolucionar, qué mejor consejo podrá darle el bueno de Canedo. No dudamos que habrá sido una decisión difícil, pero tiene todo nuestro apoyo porque a fin de cuentas viene de un partido en el que, tras las elecciones, habrá evolución o revolución dependiendo solo de una letra: ERE. 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué mal redactas.

LyB dijo...

Qué cansino.....

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