El día después de unas elecciones, como las bebidas ayer, unos se apresuran a sacar sus propias conclusiones y otros sus gayumbos de la residencia oficial y aún esperamos que algunas saquen pecho, pero va a ser que no. A la vista de los resultados se cumplió escrupulosamente el principal de los pronósticos, esto es, que los pronósticos fallan más que una escopeta de verbena. Y aunque lo más fácil sin duda sea hacer ahora leña del árbol caído, hay sin embargo que tener madera para eso o ser un alcornoque. Feijóo ha recibido toda esa cantidad de votos que, como los mandamientos, podrían resumirse en uno, el voto de confianza. Todo cambio es siempre bien recibido, como ocurrió hace casi cuatro años, pues la esperanza de mejorar acaba siendo nuestro único patrimonio, y desgraciadamente se ha visto que el colosal vacío que dejó la era Fraga no ha podido ser rellenado por el gobierno bipartito que, como aquella sirena que encontraran unos marineros, al tirarla uno de ellos por la borda el otro dijera ¿por qué?, y respondió el primero ¿por dónde?
Ahora que es día de análisis tal vez el más eficaz sea el del colesterol, ese que ha hecho a la Xunta saliente enfermar de sí misma y dejar en la sociedad gallega síntomas de fiebre por mor del frío glacial de uno, los calentones del otro, las tiritonas de casi todos y, al final, la sensación de cansancio en la calle. Como si Feijóo solo hubiera tenido que esperar sentado a que el gobierno cayera como fruta inmadura y llamar al timbre del Hórreo para reubicar a sus cohortes.
Touriño se ha conjurado para rectificar los errores y Quintana afirma que seguirá con su mismo proyecto, lo que parece desalentador para sus seguidores, tal vez los mismos que le han castigado tras su maniobra de sustituir el nacionalismo del Bloque por el quintanismo hasta en la sopa, las bobas y las de letras a noventa días cada cuatro años.
Mientras, el PP resurge de sus propios cenizos pero cuidado, que les puedes tender la mano y te la ponen en el fuego por ellos.
Hala, ya seguimos luego…
Ahora que es día de análisis tal vez el más eficaz sea el del colesterol, ese que ha hecho a la Xunta saliente enfermar de sí misma y dejar en la sociedad gallega síntomas de fiebre por mor del frío glacial de uno, los calentones del otro, las tiritonas de casi todos y, al final, la sensación de cansancio en la calle. Como si Feijóo solo hubiera tenido que esperar sentado a que el gobierno cayera como fruta inmadura y llamar al timbre del Hórreo para reubicar a sus cohortes.
Touriño se ha conjurado para rectificar los errores y Quintana afirma que seguirá con su mismo proyecto, lo que parece desalentador para sus seguidores, tal vez los mismos que le han castigado tras su maniobra de sustituir el nacionalismo del Bloque por el quintanismo hasta en la sopa, las bobas y las de letras a noventa días cada cuatro años.
Mientras, el PP resurge de sus propios cenizos pero cuidado, que les puedes tender la mano y te la ponen en el fuego por ellos.
Hala, ya seguimos luego…
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