Listas Abiertas

Hoy, que es día de plateadas elecciones sonadas tras una campaña malsonante, vuelve a comentarse el tema de las llamadas “listas abiertas”.
Y es que para muchos ocurre que las listas, como las blusas y los mejillones, abiertas son más auténticas porque puede verse lo que de verdad esconden, pues no hay que tragar con el paquete y es posiblemente un método eficaz para combatir la impotencia que impiden las elecciones de muchos. De esta forma, abriendo las listas de par en par como quien abre una ventana para que entre aire fresco, aquellos que se aferran a su cargo sin más mérito que pertenecer a un partido quedarían fuera, arrancados de su poltrona como con agua caliente, la misma que abre las almejas, y las conchas que permanecen cerradas son sencillamente desechadas. Qué duda cabe que uno va a votar con más alegría en estas condiciones cuando es el votante quien elige a pesar de suponer un mayor esfuerzo porque su postura no siempre es fácil de adoptar, pero compensa porque vota en conciencia una lista desnuda, sin estorbos, va recorriendo las candidaturas con calma, arriba, abajo, y cuando encuentra la que le gusta, ahí deja su soberana opinión para que germine el voto.
Y así, bien abiertas las listas, la candidatura queda al aire sin más estorbos y el votante puede introducir su voto en la ranura de la urna con la mayor de las satisfacciones, porque sería él quién decide dónde meter su voto y no, como hasta ahora en que mantenía una actitud pasiva en la que era a él a quien le daban la papeleta. O gato por liebre.