Difícilmente las manifestaciones de un político pueden despertar interés alguno cuando este, de por sí, permanece insomne. Así parece que ha ocurrido con la carta, artículo crónica o palimpsesto que en día de hoy ha publicado en El Correo María Pardo, concejala de urbanismo, titulado “El Modelo Urbanístico que Propone el PP”, pocas nueces y menos ruido aún en el que da mala cuenta de lo peor, lo malísimos que fueron en ese campo sus predecesores, reseñando algunos puntos que diríase rozan lo luzbélico. Pero es yendo más allá, releyendo entre líneas donde puede verse su astucia, su sagacidad como política cuando a continuación proclama que ella, e incluso el departamento que dirige con tacón de hierro, está dispuesto a hacerlo mejor. Nos ha jodío, pues hasta ahí podíamos llegar. Dicho lo cual enumera con igual claridad de ideas, zarina de las estadistas, en qué puntos más o menos suspensivos se esmerará hasta hacer de Santiago una nueva Tierra Prometida, es decir, recalificada.
Eso sí, el artículo tiene varios puntos muy acertados y de gran interés sobre los que merece la pena reflexionar, solo que este no es el momento. En materia de urbanismo todo el pescado está vendido y ya sea levantando edificios o excavando parkings el trinque ha sido y seguirá siendo para los mimsmos. Una alternativa popular a lo que se ha venido haciendo hasta ahora distinta y contrapuesta a la de la izquierdita, esa izquierda compostelana tan rosoniana.
De lo bueno que son siempre los unos y lo malvados que son siempre los otros algo nos olíamos, lo llamativo en este caso es que la flamígera lo haga en artículo de opinión llevado a la prensa como el que nos desocupa. ¿Qué puede mover a una política que actúa a diario en primera línea a publicar estas cosas como de si de un jubilado se tratara de los de carta de director al día? Hacer de las páginas de un periódico una especie de tablón municipal provoca cuanto menos una sensación de impunidad gubernamental. Este “para que se enteren” que cheira en el artículo de Pardo se hace preocupante al no ser previsible que desde la oposición se le responda por el mismo medio so pena de desvirtuar el debate político. ¿No suena a justificación, a que ni ella misma está segura a la tarde de lo que afirma por la mañana? Cierto o no, es lo que provoca. Manera extraña esta de hacer política, de venderla, como de bachillerato resoplón, de colegueo de té y pastas. Como si hubiera líneas rojas que no hay que traspasar. Porque son de carmín.
Primero caminar, ya habrá tiempo de mascar chicle después.
Y si a pesar de todo arde usted en deseos de leer el artículo de María Pardo, aquí lo tiene. Saque usted sus conclusiones. O el pasaporte.
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