miércoles, 21 de mayo de 2014

Juicio al Sistema - Costas Adrián Varela: Testigo de (en)cargo, el gol que le meten a la Fiscalía.





Por Lupe Castiñeira


Resultó un todo gusto escuchar en el juicio del lunes a la fiscal descubrirnos qué era lo que en realidad pretendían los concejales acusados, cómo fue capaz de interpretarles sus intenciones auténticas de un modo que incluso ellos desconocían. Aunque manifestasen otra cosa, en realidad lo que pretendían era prevaricar, ¡si lo sabrá ella! No hay así que extrañarse que semejante capacidad de penetrar el alma procesal no pasase desapercibida para el anterior ministro de Justicia, Caamaño, y que este la reclamase para sí llevándosela a Madrid donde trabajó con él hasta que finalizó su mandato socialista.

Sin embargo, porque hay gente pa’tó, no falta quien cree que semejante celo en su labor presentó, el pasado lunes, si no una falla al menos un lunar difícil de explicar. Nos referimos, claro está, a la persona que en su momento propuso como testigo de la acusación,. F.M.F.C., testigo al que en el acto del juicio renunció. Hasta ahí, podríamos decir, casi todo normal. ¿O no?

Largo y tendido hemos hablado en estas páginas sobre F.M.F.C, tal vez demasiado, mostrando nuestra sorpresa al advertir su presencia en este procedimiento ya que ni por su profesión, ni residencia ni vínculo conocido con el Concello o su actividad, posee en buena lógica relación alguna con el caso enjuiciado. Sólo muy incidentalmente y de forma personal, anecdótica, alguien se atrevería a decir incluso que pudiera saber qué se dirimía este lunes. Y sin embargo ahí estaba, propuesto como testigo por la acusación, llamado a declarar contra los concejales alguien que por su perfil personal resulta inverosímil que pudiera  aportar algo de utilidad, y siempre a favor de la acusación.

La reflexión se hace obligada: o ese testigo se presentó motu proprio ante la fiscalía alegando saber ‘algo’, o fue propuesto por un tercero y, en este caso, la persona anónima de la que partió el procedimiento u otra distinta a lo largo de su desarrollo. En cualquier caso es legítimo y casi obligado pensar que el dicho testigo ‘le llegó’ a la fiscalía y, visto lo visto, bien pudiera considerarse que le metieron un gol. Siempre hablando en términos de presunción, naturalmente. O, nada es imposible, quien redactara la petición de pruebas sufriera una simple confusión de procedimientos, toda vez que su conocimiento en los juzgados de Santiago no es del todo desconocida, pero sí perteneciente al ámbito de la Pokémon. Pero esta posibilidad, si antes hablábamos de verosimilitud, roza lo descabellado.

Esta absoluta ajenidad al procedimiento que presenta el testigo nos lleva obligatoriamente a considerar que le fue puesto a la fiscalía junto con el papel que debiera representar y, subsidiariamente, a pensar en la persona que le propuso el testigo a la fiscalía. Y este pensamiento, a su vez, nos lleva a considerar qué personas en Santiago tenían conocimiento de la existencia de tal testigo* y de qué manera podría serle útil para, lógicamente, fundamentar la acusación contra el actual equipo de gobierno municipal.

Y hasta ahí podemos leer. Para todo lo demás nos remitimos a lo ya publicado en cuanto a:

-Reunión de notables (¡) que acuerdan iniciar un procedimiento penal contra el actual gobierno municipal, basándose en cualquier cosa que les venga bien, con tal de obtener la utilidad que pretenden.

De lo expuesto a pensar que el caso llamado “Costas Adrián Varela” haya sido premeditadamente orquestado para provocar la mera imputación de los concejales para provocar su dimisión voluntaria o forzosa, hay solo un paso que cada decidirá o no dar.


Pero posiblemente nadie esperaría que esos siete se plantaran y decidieran permanecer en sus puestos con la “confianza” de ser juzgados… 


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