Por Lupe Castiñeira
Resultó un todo gusto escuchar en el juicio del lunes a la fiscal descubrirnos qué era lo que en realidad pretendían los concejales
acusados, cómo fue capaz de interpretarles sus intenciones auténticas de un
modo que incluso ellos desconocían. Aunque manifestasen otra cosa, en realidad lo
que pretendían era prevaricar, ¡si lo sabrá ella! No hay así que extrañarse que
semejante capacidad de penetrar el alma procesal no pasase desapercibida para
el anterior ministro de Justicia, Caamaño, y que este la reclamase para sí
llevándosela a Madrid donde trabajó con él hasta que finalizó su mandato
socialista.
Sin embargo, porque hay gente pa’tó, no falta quien cree que
semejante celo en su labor presentó, el pasado lunes, si no una falla al menos
un lunar difícil de explicar. Nos referimos, claro está, a la persona que en su
momento propuso como testigo de la acusación,. F.M.F.C., testigo al que en el acto
del juicio renunció. Hasta ahí, podríamos decir, casi todo normal. ¿O no?
Largo y tendido hemos hablado en estas páginas sobre F.M.F.C,
tal vez demasiado, mostrando nuestra sorpresa al advertir su presencia en este
procedimiento ya que ni por su profesión, ni residencia ni vínculo conocido con
el Concello o su actividad, posee en buena lógica relación alguna con el caso
enjuiciado. Sólo muy incidentalmente y de forma personal, anecdótica, alguien
se atrevería a decir incluso que pudiera saber qué se dirimía este lunes. Y sin
embargo ahí estaba, propuesto como testigo por la acusación, llamado a declarar
contra los concejales alguien que por su perfil personal resulta inverosímil
que pudiera aportar algo de utilidad, y
siempre a favor de la acusación.
La reflexión se hace obligada: o ese testigo se presentó motu
proprio ante la fiscalía alegando saber ‘algo’, o fue propuesto por un tercero
y, en este caso, la persona anónima de la que partió el procedimiento u otra
distinta a lo largo de su desarrollo. En cualquier caso es legítimo y casi
obligado pensar que el dicho testigo ‘le llegó’ a la fiscalía y, visto lo
visto, bien pudiera considerarse que le metieron un gol. Siempre hablando en
términos de presunción, naturalmente. O, nada es imposible, quien redactara la
petición de pruebas sufriera una simple confusión de procedimientos, toda vez
que su conocimiento en los juzgados de Santiago no es del todo desconocida,
pero sí perteneciente al ámbito de la Pokémon. Pero esta posibilidad, si antes
hablábamos de verosimilitud, roza lo descabellado.
Esta absoluta ajenidad al procedimiento que presenta el
testigo nos lleva obligatoriamente a considerar que le fue puesto a la fiscalía
junto con el papel que debiera representar y, subsidiariamente, a pensar en la
persona que le propuso el testigo a la fiscalía. Y este pensamiento, a su vez,
nos lleva a considerar qué personas en Santiago tenían conocimiento de la
existencia de tal testigo* y de qué manera podría serle útil para, lógicamente,
fundamentar la acusación contra el actual equipo de gobierno municipal.
Y hasta ahí podemos leer. Para todo lo demás nos remitimos a
lo ya publicado en cuanto a:
-Reunión de notables (¡) que acuerdan iniciar un procedimiento penal contra el actual gobierno municipal, basándose en cualquier
cosa que les venga bien, con tal de obtener la utilidad que pretenden.
De lo expuesto a pensar que el caso llamado “Costas Adrián
Varela” haya sido premeditadamente orquestado para provocar la mera imputación
de los concejales para provocar su dimisión voluntaria o forzosa, hay solo un
paso que cada decidirá o no dar.
Pero posiblemente nadie esperaría que esos siete se plantaran
y decidieran permanecer en sus puestos con la “confianza” de ser juzgados…
No hay comentarios:
Publicar un comentario