miércoles, 16 de septiembre de 2015

Una noche cerrada que ya dura cien días


Por Ana Ulla

Ustedes lo recordarán. Llegó a Compostela, que entonces era Santiago, en hedor de multitudes, recordarán cómo atronaban los timbales por valles y collados anunciando su llegada en lo que prometía ser otro tambor del Bruch pero que quedó apenas en el amargo tambor de hojalata del pequeño Oskar que se niega a crecer en su pequeño cuerpo de político del treinta y seis. Llegó para ser Golem y se ha quedado en Ronald Macdonald, la democracia llegaba para quedarse, decían a las gentes, para quedarse con todo, rememoramos ahora.

Ustedes lo recordarán, era Compostela Aberta o la forma de decirle los demás ‘ahí tenéis la puerta’. Lo recordarán al evocar los sones de flauta de autista de Hammelín seductora y que ahora suena a comparsa de las de trompeta y cabra para librarnos de las ratas y sus ratones. Ustedes le recordarán más por sus gesticulaciones que por sus gestos, perito en ambigüedades y silencios de mimo del Obradoiro. Ustedes lo recordarán, es el becerro de oro que se alza cada día y al que no se le pide otra cosa que adoración, la política fideísta de creer en él y no en las ideas, fe inquebrantable que no necesita de opiniones pero que, si flaquea, nos traerá de nuevo a las ratas y los ratones.

Ustedes lo recordarán, llegó como un Marte olímpico para devolvernos la justicia y  el fuego de Prometeo y ha resultado ser en un matón de arrabales que le quita el dinero a las preñadas, que llegó para devolvernos una perdida alegría que solo era la risa de las hienas que comen de su mano. Ustedes lo recordarán porque era una gaceta, la señaló con su dedo y dijo: a por ella, que el poder de la gente os acompañará en esta tarea.

Ustedes lo recordarán, claro, era una situación de emergencia social y hacía frío, recordarán que alimentó el fuego que nos calienta echando en él las ideologías y las razones políticas de los distintos, de soplillo un programa electoral donde no dice que dice lo que dice que dice. Lo recordarán como recordamos a Carmina Barrios porque al igual que ella, él tampoco miente: lo que dice se convierte en verdad.

Ustedes lo recordarán porque era el hombre que surgió del pueblo para limpiar las instituciones y que, al acabar, lanzó la porquería por los balcones ensuciando el resto de la ciudad. Lo recordarán porque ha conseguido que no nos importe que nos recorten la libertad sin con ello se impide que gobiernen otros, es la mano que se amputa al ladrón, el ojo arrancado al mirón, la dignidad ciudadana talada. Lo recordarán porque iba a ser el gran jardinero de este erial y ha resultado ser el Gigante Egoísta de Wilde.

Lo recordarán porque él es la justicia, llegó como un Salomón y apenas empezó a llover encogió hasta quedar en un Charles Bronson de gesto agrio al que no le importa que algo esa legal o ilegal, sino justo. Lo recordarán porque se trata de lo justo para él. Lo recordarán porque todo lo demás “abúrreme”. Lo recordarán de cuando nos sangraban los ojos por cuanto veíamos, recordarán cómo llegó para curarnos y ahora andamos con los ojos vendados.

Ustedes lo recordarán porque todos lo recordamos. Sólo él parece haber olvidado quién es y a qué vino.


Ana Ulla: lampreasyboquerones@gmail.com


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