viernes, 2 de octubre de 2015

Podemos y Anova, estrofas del (pen)último gran engaño


Por Lupe Castiñeiras

Explicando a las bases los términos del preacuerdo.....
Si hay algo en lo que todos están de acuerdo a propósito de Martiño Noriega es en su coherencia: nunca ha cumplido un compromiso político y, por fuerte que sean las presiones que reciba, su determinación es firme y parece dispuesto a no hacerlo jamás. Eso no quiere decir que no sea una persona fiable, nada de eso, cualquiera puede fiarse de él siempre y cuando no olvide que hará lo contrario de lo que diga. Y es que hay personas que tienen madera de político, y otras hormigón armado.

Lo dicho no es resultado de un sesudo estudio o de un análisis puntilloso, sino mero resumen de su ya largo, larguísimo paso por la política. Su apuesta en este sentido es clara, tanto que hasta que no se ha verificado el preacuerdo con Podemos ni siquiera Rajoy se atrevía a dar una fecha para las elecciones. En el trasfondo, la galleguidad de su candidatura, dicen, que no están para experimentos con partidos nacionales mientras oculta sibilino (o engañando, como prefiera decirlo) que desde hace años está coaligado con un partido nacional, Izquierda Unida, a cuyas filas pertenece la concejala encargada de las finanzas compostelana. De manera que centrar el debate a estas alturas en la estatalidad de la coalición es como destrozar cañones a mosquitazos.

Este preacuerdo al que ya se había precomprometido cuando las municipales (recuerden, recibir los votos de Podemos a cambio de en lasgenerales entregarles los de Anova), no ha evitado que sorprenda a quienes escuchaban aquello de las bases, la gente, la ciudadanía y esa letanía de palabros con que adorna sus esmirriados discursos. Por ejemplo, el de llamar candidatura popular a lo que ha sido una coalición de toda la vida, que es menos lírico pero también menos tramposo.

Y entre que no y entre que tampoco, ha dejado a sus bientencionados peones jugar con lo de las candidaturas unitarias, les hacía reunirse proponer, dialogar, encontrarse, permitir el cachondeo que supuso el Banquete de Conxo 2.0, encuentros a los que él nunca iba , decía, para no desviar la atención de lo importante. Ahora ya se sabe que no iba porque iba a darle la risa, la de hiena, al saber que mientras los entretenías con lo de unidad, él ya tenía previsto lo del prepacto con Podemos.
Ahora toca darle color, aroma y envoltorio para lograr lo mismo que ha conseguido hasta ahora, que todos parezcan equivocados menos él o, como el soldado cojo que desfilaba, decir que son los demás los que llevan el paso cambiado.


Pronto veremos en qué se materializa este nuevo engaño a los suyos, y cómo en lugar de agarrarlo entre todos y lanzarlo al río al grito de ¡felón!, volverá a presentarse como el gran salvador del gran proyecto político de la gente de izquierda para la Galiza que viene. O sea, Él. Y nadie, ni nada, más.


Lupe Castiñerias: lampreasyboquerones@gmail.com

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