Cuatro días, ¡cuatro!, ha tardado el Alcalde de la Gente en
dar la cara, que el hormigón armado es
difícil de mover. Cuatro días que son
algunos más de los empleados para presumir a bombo y platillo que él no es de
los que aceptan entradas regaladas (sin coste para el ciudadano) a conciertos.
Cuatro días con sus cuatro noches y sus habituales cuarenta fotos exhibicionistas
de por medio para decir que no, que todo es mentira, que los setecientos euros
(¡más de cien mil pesetas!) empleados en pagar la nutritiva visita de los
alcaldes de su partido a Santiago corren de cuenta de Compostela Aberta. Eso
sí, y aunque no lo diga, dio la orden de pagar el mismo día que se hizo público
tan peculiar modo de emplear el dinero de todos los compostelanos y demás ‘jentes’.
Por suerte, o por desgracia, ya estamos acostumbrados a que
el discurso del Alcalde sea un ‘corta y
pega’, siempre lo mismo de la legitimidad, el que no le perdonan haber ganado, ser
la lista más votada o tener un mandato
ciudadano que ya suena a reggaeton con alguna expresión lírica insertada y aprendida
del último poemario, en este caso, un diatríbico “asco existencial” que al
parecer le han producido las críticas, que para estas no hay bicarbonato que
valga. Para ello se lamenta que tras un acto de su partido en Coruña, ninguno
de los portavoces de la oposición les esperara en la puerta de Raxoi para
hacerles la ola, por eso de las Mareas, que ya nos dirá el ayatolá de Teo qué
pinta la oposición dando la bienvenida a un grupo de alcaldes de otro partido
que vienen de celebrar precisamente un acto de partido. ¿Alguien imagina que
tras una convención del Pp estos se molestaran porque los otros partidos no los
recibieran, acaso con banderitas y matasuegras, cuando los llevara a visitar el
Concello, sus baños y sus comedores? Pues al Alcalde le ha molestado, quizá por
exceso de ajo.
Más aún, para afear la conducta de los otros partidos recalca
que sí les recibió el deán de la catedral como ejemplo de cortesía
institucional, el mismo al que, mala memoria la colectiva, dejó tirado cuando
la Ofrenda y espatarrado en los actos de Lugo. Presume de amistad el Alcalde
con el deán olvidando que el buen hombre lo único que pretende es ir al Cielo.
¿Le diría el deán a Martiño eso de ‘yo vengo a verte cuando me llamas para tus
actos, y cuando te invito a los nuestros siempre tienes fotografías que colgar
y no tienes tiempo? Con amigos como estos, el deán va al Cielo en primera
clase.
Más aún, y para terminar con el asco existencial, el Alcalde
ha pedido, o ha dado orden según la nueva nomenclatura, fiscalizar los últimos
actos de protocolo correspondientes a los últimos ocho años para demostrar, se
supone, que en circunstancias similares la oposición pagó con fondos públicos
estos actos. Pues que así sea. Pero estamos hablando del actual gobierno, que
de los anteriores ya sabemos que no tenían un “respeto sagrado por el dinero
público” como presume este. ¿Pretende lavar su podredumbre en las aguas
residuales que dejaron los anteriores? Con
una ingenuidad pasmosa reconoce el amado Líder que lo suyo no estará tan mal
cuando ya lo hacían los otros. O, decimos nosotros, si lo de los otros estaba
mal entonces, lo suyo ahora ¿Mal de muchos?
Así que solo nos queda preguntarnos: sin tan legítimo era el
gasto, ¿por qué de repente dio orden de que lo pagara su propio partido en
lugar de mantenerlo? ¿Mala conciencia, propaganda……o es que acaso no era tan
legítimo? No, en efecto, no todo vale en política. Con lo fácil que hubiera
sido reconocer un error, un desliz, una mala interpretación.
¿Será cierto que no se atreve a reconocer en público lo que
se grita bajo cuerda? Que quiso rodearse el alcalde de mediocres para parecer
el más listo y que nadie le haga sombra, y ahora paga las consecuencias de la
torpeza de esos mediocres de quienes solo buscaba el voto de sus allegados. A
saber.
Mientras, suerte tuvieron los alcaldes rebeldes de que no
fuera el concejal Manuel Dios el que se encargase del cátering, porque aún estarían esperando a que les
sirvieran…..
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