De las cadenas

DE LAS CADENAS

Ándase rumoreando que el construir sin licencia municipal en Compostela está creando escuela. Sin embargo, tal vez lo peor sería encargárselas a los mismos que reformaron la solución habitacional del ministro Bermejo, porque con lo que se cobraría por ello podríamos participar en varias ferias internacionales del libro, o casi. Uno, conscientemente, no ha conocido ni menos usado váter que valga casi dos millones de pesetas pero, para ser justos, tampoco se ha sido nunca ministro de Justicia. Las reformas domésticas del peculiar jurisconsulto han servido de laxante para no pocos ciudadanos cuyo excusado, al parecer, entra a formar parte del Patrimonio del Estado, nada que no se haya visto antes en la feria de Arte Contemporáneo. Eso sí, por razones de estricta seguridad, por lo que podríamos calcular cuánta seguridad podría emplearse en garantizar el buen funcionamiento de ese nuevo deporte de riesgo que consiste en acudir a una universidad a pronunciar una conferencia, porque a este paso habrá que reclutar manifestantes para cubrir el próximo período de campaña electoral. A ver quién puede aprobar si hay que pasarse el día de boicot en boicot. Luego se quejan de estar reprimidos.

Ninguna de estas servidumbres de la democracia se dejan sentir en Cuba, que vive ahora con la llegada de la legación de la Consellería de Cultura una segunda invasión de Cochinos pero en plan cultural. Es bonito pensar en la cultura cuando doña Ánxela saca pecho. Pero decir que Castro se ha apartado del poder, aunque haya sido solo unos centímetros, gracias a la expedición cultural gallega sería excesivo, pero hermoso, y que no sea solo la oportunidad de que la disidencia cubana pueda quedarse callada también en gallego. Medio siglo en el poder es una barbaridad, habrá pensado el barbudo dictador, por lo que cuarenta y nueve años es una buena edad para pasar el testigo de la revolución, dejando que las cosas sigan su curso mientras en materia de sucesión todo quede matado y bien atado. Para entonces, Kosovo más o menos, ya habrá concluido el Forum Gastronómico, ejemplo de promoción de toda una cultura en la que tiene más valor ver ondear una servilleta que una bandera.

José María Sánchez Reverte