domingo, 22 de febrero de 2009

Paciencia, Sólo Queda Una Semana...


Cuentan las malas lenguas que la Ley de Dependencia auspiciada por el bipartito gallego consiste en que, cuando meten en un autobús a un grupo de jubilados y preguntan adónde les llevan, responden: “Depende”. Y es que el episodio de los ancianos reconvertidos en claque de Quintana ha sido uno de los pocos acontecimientos dignos de mención en una campaña electoral tan calórica como un bocadillo de acelgas hervidas. No es de extrañar así que el popular Núñez Feijoo espetara a otro grupo de mayores reunido en torno a su mesa que “comieran deprisa no fuera que los cogieran y se los llevaran a otro mitin”. Y sí, desde el Bloque se ha perdido perdón a aquellos abuelotes, pero quién les devuelve ahora las sábanas portuguesas que se quedaron sin comprar.
Por lo demás, las actuaciones de los candidatos se está pareciendo a aquel entretenimiento de periódicos, aunque algo cambiado, el de “Encuentre las siete indiferencias”. Propuestas pocas y novedades electorales, por no ser injustos, las justas, que solo en el ánimo de criticar al contrincante destaca alguna chispa entre los oradores. Solo así se explica ese agrio y colosal debate entre Feijoo y la conselleira en funciones Caride acerca de si las vacas han de tener nombres de mujer y los bueyes de varón. Es lo que hay.
Mientras, unos y otros continúan lanzándose los trastos a la cabeza en ese otro juego, el de las sillas del Presidente, en que cuando pare la música de las respectivas sintonías solo podrá quedar uno. Que dicen los guardaespaldas y reposacabezas de Touriño que el precio que por ahí circula es bastante aproximado al de mercado pero poco en comparación con las sillas, acabáramos, que en su día adquirió Fraga. Ay, que si alguien esperaba otra justificación que espere sentado.
Para entonces ya hemos sabido que el castellano es el idioma de los señoritos de derechas en Galicia, Quintana dixit, y por lo tanto hay que votar al BNG, silogismo este donde los haya del político que pasa por ser para muchos el mejor exponente del producto interior bruto gallego.
Las encuestas, a este día, siguen en todo lo alto, estancadas, en las que apenas algún escaño díscolo parece ir cambiando de manos según los días al modo de silla petitoria, y esta situación parece satisfacer a los tres en discordia ya que podrán reeditar el bipartito en pasta y edición de bolsillo unos, y la satisfacción de haber evitado un anunciado declive anunciado los otros. Cuentan que los despachos de los departamentos de justificación de resultados electorales echan humo, ya que no se va a tratar solo de ver quién no ha perdido, pues ninguno lo hará, sino de ver cómo ha ganado.
Solo queda una semana y las últimas crónicas ponen el acento en la situación económica como lo único capaz de variar un tanto la tendencia de voto y la abstención. Ya ha dicho Zapatero que hay que votar porque el PP quiere que no se vote aunque, lee usted bien, quienes se llevan su dinero a las islas Caimán sí van a votar. Toda una sutileza porque del Prestige ya habló la semana pasada y la guerra de Irak está al caer. Puede que sea una versión glam del voto emigrante que sigue convocando a los muertos para su cita con las urnas, uno de cada seis llamados a votar, dicen desde Exteriores, tendrá que hacerlo en espíritu.
Y al final nos quedaremos sin debate electoral por culpa, como siempre, del otro, según quien hable. El bipartito quiere un debate entre los tres y desde el PP, sin negarse a esto, quieren otros a dos con cada uno de los bipartitos y de estos entre sí, pero al final nada, que los que biparten y bireparten, se llevan la mejor parte.
Si este va a ser el tono con que continuará la campaña, que Dios nos coja encuestados.

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