Por Ana Ulla
Resulta inolvidable aquella escena de “La Vida de Brian” en
la que las mujeres se colocaban barbas postizas para poder participar,
disfrazadas de hombre, en las lapidaciones. Todo un tanto farisaico, es cierto,
pero es que de fariseos nos ha hablado hoy María Pardo.
En el lodazal político resulta incuestionable el gran
acierto que ha supuesto el nombramiento de los portavoces municipales, la dicha
Pardo y Francisco Reyes, dos nombramientos muy acertados aunque casi siempre sea
para el partido y el interés contrario.
Así lo demostraba hace unos días el señor Reyes al mostrar
su tranquilidad frente a cualquier investigación judicial de las contrataciones
que pudieran haberse realizado durante el bigobierno y calificables de
pokémicas, tranquilidad chicha que se traducía en afirmar sin sonrojo que si se
descubriese alguna irregularidad en ellas sería falsa, solo posible como
resultado de manipulaciones en el traslado de la documentación. Como lo leen.
Pero mejor, mucho mejor ha estado sin embargo María Pardo,
la portavoz popular que está consiguiendo que las ruedas de prensa dejen de
parecer ruedas de molino, porque cuando se la deja hablar se le calienta la
boca y se acaba la gelidez informativa. ¡Fariseos! Fariseos es la palabra
exacta, aquella que andábamos buscando, y ella nos la ha dado. Fariseos, la
palabra perfecta para la situación más imperfecta. O casi.
Porque ser fariseo es escandalizarse porque en Raxoi “se pasen”
curriculums, sí, ahora y antes, asegura, y siempre, y negarlo es de fariseos…y
tendrá razón, pero con estas afirmaciones sólo logra que la mano que le está
echando al cuello al señor Currás sea la mano que mece la cuna, ¿u olvida que
aunque lo que diga sea cierto, Currás es el único imputado, que se sepa, por
ello?
A día de hoy hay menos corrupción, asegura la portavoz, y en
apoyo de semejante afirmación no duda en rescatar la doctrina Bugallo, aquella que afirmaba que "existen imputaciones de
baja intesidad porque cualquier día cualquier persona te puede acusar de
cualquier cosa y acabas imputado, pero esas imputaciones no son corrupción" ¿Se
acuerdan? No, claro…eran los años en que cada concejal disponía de sus dos
millones de pesetas para alegrarle el día a cualquiera sin necesidad de
justificarlo ante el Concello, ni ante sus compañeros, que hacerlo antes los
ciudadanos ya ni nos lo planteamos. Dos millones por concejal y año, haga la
suma, que son casi cien millones de pesetas por legislatura. Con ese dinero en
los bolsillos no había quien no fuera buen político ni mejor persona, ¡como
para que algunos no los echen de menos! Y negarlo ya no es de fariseos, sino de
saduceos, levitas y tiralevitas.
Y transparencia, mucha transparencia, tanta que cuesta
trabajo verla, pero a la vista está, en el número de imputaciones, que se
imputa porque todo está a la vista, grabado, filmado, ¿filtrado? nos atrevemos
a preguntar. La imputación como refulgente símbolo de la transparencia. Si esto
no es arte….
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