lunes, 11 de marzo de 2013

María Pardo, entre fariseos y saduceos (y tiralevitas)


Por Ana Ulla

Resulta inolvidable aquella escena de “La Vida de Brian” en la que las mujeres se colocaban barbas postizas para poder participar, disfrazadas de hombre, en las lapidaciones. Todo un tanto farisaico, es cierto, pero es que de fariseos nos ha hablado hoy María Pardo.
En el lodazal político resulta incuestionable el gran acierto que ha supuesto el nombramiento de los portavoces municipales, la dicha Pardo y Francisco Reyes, dos nombramientos muy acertados aunque casi siempre sea para el partido y el interés contrario.
Así lo demostraba hace unos días el señor Reyes al mostrar su tranquilidad frente a cualquier investigación judicial de las contrataciones que pudieran haberse realizado durante el bigobierno y calificables de pokémicas, tranquilidad chicha que se traducía en afirmar sin sonrojo que si se descubriese alguna irregularidad en ellas sería falsa, solo posible como resultado de manipulaciones en el traslado de la documentación. Como lo leen.
Pero mejor, mucho mejor ha estado sin embargo María Pardo, la portavoz popular que está consiguiendo que las ruedas de prensa dejen de parecer ruedas de molino, porque cuando se la deja hablar se le calienta la boca y se acaba la gelidez informativa. ¡Fariseos! Fariseos es la palabra exacta, aquella que andábamos buscando, y ella nos la ha dado. Fariseos, la palabra perfecta para la situación más imperfecta. O casi.
Porque ser fariseo es escandalizarse porque en Raxoi “se pasen” curriculums, sí, ahora y antes, asegura, y siempre, y negarlo es de fariseos…y tendrá razón, pero con estas afirmaciones sólo logra que la mano que le está echando al cuello al señor Currás sea la mano que mece la cuna, ¿u olvida que aunque lo que diga sea cierto, Currás es el único imputado, que se sepa, por ello?
A día de hoy hay menos corrupción, asegura la portavoz, y en apoyo de semejante afirmación no duda en rescatar la doctrina Bugallo, aquella que afirmaba que "existen imputaciones de baja intesidad porque cualquier día cualquier persona te puede acusar de cualquier cosa y acabas imputado, pero esas imputaciones no son corrupción" ¿Se acuerdan? No, claro…eran los años en que cada concejal disponía de sus dos millones de pesetas para alegrarle el día a cualquiera sin necesidad de justificarlo ante el Concello, ni ante sus compañeros, que hacerlo antes los ciudadanos ya ni nos lo planteamos. Dos millones por concejal y año, haga la suma, que son casi cien millones de pesetas por legislatura. Con ese dinero en los bolsillos no había quien no fuera buen político ni mejor persona, ¡como para que algunos no los echen de menos! Y negarlo ya no es de fariseos, sino de saduceos, levitas y tiralevitas.
Y transparencia, mucha transparencia, tanta que cuesta trabajo verla, pero a la vista está, en el número de imputaciones, que se imputa porque todo está a la vista, grabado, filmado, ¿filtrado? nos atrevemos a preguntar. La imputación como refulgente símbolo de la transparencia. Si esto no es arte….



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