Preparativos para la comparecencia parlamentaria de Núñez Feijóo |
ANA ULLA
Resultará difícil calibrar el alcance de las narcofotos de
Feijóo sobre fondo azul, si estirarán o menguarán, si nos quedaremos en la
anécdota de quién tiene el yate más molón o si dejó de firmar concesión alguna
o simplemente dejó, que es parecido pero no igual como tampoco su negación, que
alguna se firmarse mientras él se dedicaba a contar copos. Pero como ocurre con
los chistes malos, las presidenciales explicaciones han provocado más
carcajadas a punto de nieve que pasmo su publicación. ¿Por qué ocurrirá que
cuando a un político gallego se le tuerce una idea, como a Fraga en Palomares,
nos lo encontramos en traje de baño?
Pero si lo del Dorado ha dejado helado a más de uno, no
menos enjundia tiene la confesión in articulo mortis de cómo se las gasta el
político gallego cuando se ve encumbrado, aspecto este del que merece la pena
ir sacando sus buenas conclusiones. Empecemos por las dos primeras.
Primero, la falta de huevos. Feijóo, y no es el primero, ha
demostrado en primera persona aquel axioma tan castizo de que si quieres saber
cómo es alguien, dále un cargo. El presidente, que será buen gestor, es también
un hortera, de esos que se hacen sus fotos para decir ‘mira, estoy en un yate’.
Hortera y cutre. Lo suficiente para que pasado el tiempo no tenga redaños en
decir “sí, soy yo, ¡qué pasa!” y explicar a renglón seguido cuándo, dónde con
quién y todo cuanto sea necesario para acallar, si no las críticas, sí al menos
las carcajadas. No, para eso no hay valor. Uno se va de viaje con un personaje
como Dorado y punto porque no conocía bien su pasado y era solo medio amigo….
Segundo, y más interesante si cabe, el concepto de amistad
que impera en la clase política gallega. Gracias a Feijóo hemos conocido que el
intrincado carácter gallego alcanza sus cotas más altas de surrealismo cuando
de políticos, activos o en la reserva, se trata. En efecto, el presidente nos
ha dado a conocer el concepto “amistad indirecta” entendida esta, deduzco, como
ese estadio del conocimiento personal durante el cual un/una aspirante a ‘amigo
de personaje’ es sometido durante un tiempo variable a observación, estudio y
análisis para saber si finalmente ingresa o no en la orden de ‘los amigos’ de
tal o cual político, atendiendo fundamentalmente, sigo deduciendo, a la
capacidad de recíproco provecho que el aspirante es capaz de atesorar porque,
si no vas a serle de utilidad, mejor vete olvidando. Y junto a este concepto,
el otro gran hallazgo feijoniano ha sido el de la trayectoria, esto es, un
barrido sobre el pasado del ‘aspirante a amigo’ que ha de presentar una
inmaculada hoja de servicios y antecedentes para poder postularse en su
círculo.
Solo entonces, si vas a serle de utilidad y no tienes nada ‘raro’
en tu pasado que pueda ensombrecer la figura del político o le moleste ‘ser
visto’ contigo, entonces y solo entonces podrás escuchar eso de “te dejo ser mi
amigo…’, momento este que una ya ha vivido y ha tenido el gozoso placer de haber
dicho varias veces ’pues ahora puedes irte a la mierda y meterte la amistad por
donde te quepa’….pero eso es otra historia.
Estas son pues dos de las más grandes aportaciones que el
fotográfico affaire nos ha enseñado, el concepto amistad indirecta y la idea de
tonto útil. Y todo para lograr aquello que el gallego en general y el
compostelano en particular anhela por encima de cualquier otra cosa: que un ‘personaje
famoso’ lo acoja en su seno. A cambio aplaudirá hasta quedarse sin huellas
dactilares y andará a cuatro patas cada vez que le silben.
“Por todo cuanto hemos vivido y compartido he llegado a la
conclusión que podríamos haber sido buenas, grandes amigas, colegas o
compañeros de copas, tal vez cómplices, tal vez amantes, pero he estado
revisando tu currículo, lo que puedes ofrecerme y tu pasado…y hasta aquí debe
llegar nuestra eterna e inquebrantable amistad….”
¡Alégrese!
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