Pues resultó ser que Inverno era una pinga, una gota, la que
colmó el vaso de los relatos infantiles, como si únicamente en esos cuencos que
rebosan desbordándose en busca del mar pudieran encontrarse plumas que usan
como tintero el uni-verso de los nenos, plumas que tratan a los cativos de
usted, con lo que eso duele, relatos que llamamos infantiles porque están
escritos para que los niños se los lean a los adultos, y no al revés, y así se enteren, de una vez por todas, de las
cosas.
“Viaxes de Inverno” tiene la peculiaridad de ser un libro de
amor, y de naturaleza, y de libros, y todo ello vestido de relato de viajes, el
libro de los viajes de regreso, que son los más difíciles porque se vuelve
siendo para conocer lo que ya sabemos y descubrir que la hermosura está en los
ojos de quien sabe mirar cuando viaja. Un libro en el que la delicadeza de uno
y otro hace difícil distinguir el texto de la ilustración, un cofre de los
tesoros del idioma gallego cuando habla, o coquetea, con esa naturaleza para
declararse a ella.
Si no es frecuente que los libros para adultos sean escritos
por nenos, tal vez debiéramos preguntarnos por qué los libros para nenos siempre
los escriben adultos, pero eso sería tolear. O no. Habría que preguntarle al
protagonista, a Inverno, esa gota tan cativa que es capaz de albergar todo el
mundo en su mirada porque todavía nadie le ha explicado que eso es imposible. Ni
nadie después de leer “Viaxes…” se atreverá a hacerlo.
Una obra escrita, en definitiva, para pasar el tiempo, el
que nos queda hasta hacernos viejos.
Ilustraciones de Dani Padrón
Editorial Everest - Colección Rañaceos
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