sábado, 17 de agosto de 2013

Abel Caballero, ese hombrecillo tan divertido



Por Ana Ulla

Del mismo modo que existen noticias que acaban convirtiéndose en serpientes o culebrones de verano, otras no pasan de lombrices, de solitarias o tenias. Abel Caballero es uno de esos casos, antropológicamente hablando. Acaso por confundir los ríos de tinta con los de tinte, del capilar, la intoxicación estival le lleva en ocasiones a soñar con Gibraltares donde solo hay molinos, un Caballero que ha querido contar con sus propios titulares que le saquen de la suplencia informativa y, como los buenos perdedores, apostar por caballo ganador cuando la carrera ya ha acabado.
Un clásico del estío, digamos, como es el arremeter contra Santiago, su aeropuerto, su capitalidad y, si no comienza pronto la Liga de fútbol, hasta contra Zapatones. Este celta corto, muy corto sabe muy bien lo que dice, más que nada porque no hace otra cosa que repetirse, como el ajo, y clama y reclama porque la Xunta en su insondable misericordia entrega a Vigo tanto como a Compostela ya sea en vuelos o en rasantes, en aterrizajes o en capitalidades. Que de transporte sabe bien el regidor tintado, a la sazón Ministro de Transporte en tiempos de Felipe González, para pasar luego presidente de la Autoridad Portuaria de Vigo y de ahí, que el ser humano es evolución, a encargarse hoy de regular los semáforos en su ciudad. Ministro sí, y compañero de partido y de ejecutivo de Almunia, que ya no le es grato, aunque a él le de la risa cuando hablan de declararle a él como tampoco grato, o menos aún, con alevosía y nocturnidad que de noche, ya se sabe, todos los non gratos son pardos.
Y es que no, no podemos compartir la intención del mandatario compostelano de non gratearle, que declarar persona non grata a tan gentil caballero sería hacer de Caín con Abel, que entre hermanos de madre patria sería como hacer el primo o la suegra. Acertaría más Currás en ofrecerle un concierto o una gira por la ciudad a modo de monologuista, o incluso designarle pregonero para las próximas fiestas ahora que tan necesitados estamos de carcajadas.

Será el calor, la falta de hierro o un exceso a la hora escucharse a sí mismo, pero creemos que Abel Caballero merece un hueco en la historia reciente de Galicia, un reconocimiento a su benemérita lucha por la ciudad que no lo vio nacer. No parece justo que quien tanto se preocupa por los suyos acabe sus tardes como personaje de cachondeo tabernero. No en vano la ciudadanía, siempre sabia, se negó en redondo y cuadrado a que fuese presidente de la Xunta sabedora que su destino político debía ser otro, un destino como lema olímpico, más alto, más fuerte y, a ser posible, más lejos. Abel Caballero nos ha hecho ver todo cuanto Santiago tiene y de lo que carece Vigo. Abel Caballero es en la actualidad, posiblemente, el mejor alcalde que tiene Santiago. No estaría bien declararle persona non grata. 
Con declararle persona sería suficiente. 
Y poco más.


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