lunes, 9 de junio de 2014

De por qué el alcalde no debe dimitir, y esas otras cosas.




Por Lupe Castiñeiras

De La Nave de los Locos a La Balsa de la Medusa, cada vez que le piden a Ángel Currás que abandone la nave que dice capitanear olvidan que lo suyo no es un barco, sino un submarino. Lo ignorábamos, y solo gracias al empleo de cargas de profundidad y opiniones de sónar hemos podido llegar a esa conclusión. En realidad , cuando no hay en puerto otra embarcación que el Argo, resulta complicado olvidar aquello que nunca se ha aprendido. Tras la primera de las marchas, la de Adrián Varela, aquel muchachuelo en el que todos creían ver al pijo en el ojo ajeno, Currás debió sopesar su marcha por la puerta de los servicios, y no lo hizo, momento en el que todos supimos la respuesta a su renuencia, y tan solo seguimos esperando conocer la pregunta. Así las cosas solo nos queda interpretar que si no dimite es por una única razón: fijándonos en quiénes se lo piden.

Resulta por de pronto complejo entender qué quiere decir Francisco Reyes al hablar de ‘clamor ciudadano’ al referirse a este asunto, si habla de los últimos resultados electorales o de las continuas manifestaciones exigiendo aquella marcha, reuniones en las que solo pueden encontrarse alfileres. Y es que este Reyes, poco amigo de captar votos primarios en exposiciones a cambio de futuras ayudas, y poco amigo de todo en general, coincide con su colega de oposición Rubén Cela en resaltar el ambiente irrespirable que envuelve Raxoi. Insufrible, exasperante, criminal. La dignidad democrática debe llevar al alcalde a dimitir por dignidad democrática, afirman, cuando tal vez sería más fácil, dejando de lado el asunto de la nómina mensual, que dimitieran ellos por dignidad personal. ¿No se va usted? Entonces nos vamos nosotros y nos llevamos a los nuestros con todo su equipaje y cuantos regalos de Vendex pueden transportar, que si usted, alcalde, no dimite por dignidad democrática, lo haremos nosotros por dignidad personal. Y, para qué negarlo, quedarían como dioses, algo más pobres, pero dignos hasta la rabadilla. Algo así es lo que parece entreverse en la mirada de Currás cuando les oye exigir que dimita. Pero quién sabe…

Porque lo de pedir dignidad a los demás es cualidad con la que todos hemos nacido, nadie nos gana a la hora de saber qué tienen que hacer los demás por dignidad. Porque dignidad es, tal vez, exhibir fotografías de una niña asesinada en posturas procaces para ganar dinero traficando con el morbo, aunque tapándole el rostro, eso sí, como queriendo decir ‘somos unos cerdos, pero nos duchamos una vez al año nos haga falta o no’. Eso es, quizá un tipo de dignidad que hay que callar porque con ese dinero que ganan se podrá seguir pagando a algunos para que escriban que el alcalde no tiene dignidad si no dimite. Será que en materia de lodazales y fangos, la dignidad va por ‘barros’.

O tal vez pidan la dimisión por dignidad democrática aquellos que, sabiendo que parte de la actual situación del Concello tiene su origen en una maniobra antidemocrática y cuasidelctiva urdida entre políticos, empresarios y algún juez, con la participación activa de medios como La Voz, pero no son capaces, por dignidad se supone, de mover un dedo. Lo de esta maniobra no es un secreto, está publicado en mil medios, forma parte de los llamados ‘papeles de la Pokémon’, pero a nadie le importa que en nuestras narices ocurran impunemente esas dignidades. Y porque en ese entramado tan digno la caída de Currás sería el último episodio para culminar semejante plan, nadie mueve un dedo, no por salvar a un alcalde que seguramente merece caer hasta partirse la cabeza, sino para desenmascarar esa trama. No parece difícil entender que si en esta tesitura Currás no dimite sea ‘por no darle gusto’ a los integrantes de semejante artimaña tan antidemocrática como peligrosa. Pero dignísima, claro.

Es de este modo entendible que cuando le piden dimitir, el alcalde irredento ponga cara de decir ‘pero tú antes’, aunque se lo pida su propio partido cuya cabeza casi visible, el Presidente, participó en aquellas divertidas reuniones de conspiradores, Pokémon dixit, en las que miembros de su partido, concejales y colaboradores varios trazaban un plan para provocar su dimisión. Tu quouque, Albertito? ¿Tienes de verdad redaños para decirme que dimita? Será que Feijóo, además de nieve, vea también que en la penitencia lleva el pecado.


Estas pueden ser algunas de las razones que llevan a Currás a no dimitir, puede haber otras, o puede que ninguna sea cierta. Pero la unanimidad reinante a la hora de reclamársela es más que preocupante. No es que le pidan que dimita, que es cosa buena, aconsejable y necesaria, es que manda tales quiénes son los que lo exigen. Y por qué.


1 comentario:

Javier dijo...

Conozco a Curras desde los tiempos del colegio mayor y estoy totalmente seguro de que es honrado y que esta pagando algunos platos rotos del PP, un abrazo curri !!
Me ha gustado especialmente el comentario de las fotos morbosas de otros juicios de la ciudad. Esos medios amarillentos y reptilianos son conscientes de lo que hacen y se atreven a llamarse serios, valiente afrenta a la seriedad. Y aprovechando el tema, por qué las filtraciones de dichas fotos (y otras partes del sumario) no se persiguen cual declaración de Urdangarín?

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