“…Yo amo los mundos
sutiles, ingrávidos y gentiles/
como pompas de jabón”
(A. Machado, Cantares)
Por Ana Ulla
No es secreto que Santiago sea ciudad dada a las burbujas,
ya sea por la costumbre de mandar a hacer gárgaras, ya por la devoción a
lavarse las manos ante los asuntos que de verdad importan. Los últimos días han
sido precisamente días de pompas, de burbujas preelectorales, de
pre-sentaciones donde colgar de esquina a esquina un cordel y banderas de papel.
Los siguientes, en cambio, vienen siendo de resaca y remete. Lo que parecía un
tsunami en las redes está quedando en una tubería rota y de poco parece que
están sirviendo las ofensivas en las redes, de cuyos navajazos rastreros no nos
hemos librado en esta página.
Entrañables pompas, en fin, burbujas irisadas por las que al
mirar a su través se deforman las irrealidades, dicen algunos, como la de
confundir el poner en valor el patrimonio con sacar de la quiebra, o algo más, a
gremios arquitectónicos prontos al agradecimiento, que es confundir las churris
con las meninas, titilantes burbujas a través de cuyas finas y hermosas paredes
se confunde, o puede que no, la necesidad de salvaguardar la riqueza monumental
con la urgencia de nuevos visados en una ciudad donde señeras reformas están en
manos de firmas de postín investigados por
la lupa antifraude de Europa, aunque seguramente por otras cosas.
Pompas como burbujas que hinchan el ego en ese juego de
entretenimiento triste por efímero, egos que flotan y vagan y vanidades para
que quien sepa soplar al oído haga creer que es globo aerostático que recorre
el cielo lo que no es más que desmadrada pompa de jabón, que dar jabón es también
cosa que en Compostela provoca mucha burbuja a golpe de escuadra y cartabones.
Melancolía de pompas que pueblan las medianías mirándose
lánguidas unas a otras, la tristeza de ver cómo
personas buenas son utilizadas para la provechosa diversión de otras mientras dura su frágil recorrido
antes de estallar y acallarse los
aplausos, y a otra cosa.
“¡Sopla, hínchate!”, como en la trágica fábula de Esopo de
la rana y el buey gritan, “¡podrás ser tan grande como él!” De a quien alimentaron
los restos del animalillo que reventó, nunca se supo. Pompa. Y burbuja.
PARA SABER MÁS:
2 comentarios:
Dúas cousas: a primeira por que non cambian o nome do blog por BLOG ANTI MERCEDES, molaban máis cando eran plurais e se lles notaba menos o plumeiro. A segunda ¿a estratexia de que a mesma escritora ou escritor (xa non o sei) se chame de dúas maneiras diferentes (Ana e Belén) é para que pareza isto máis profesional?
En cuanto a lo primero, puesto que no hacemos las cosas para molar sino porque alguien tiene que decir lo que decimos sin pensar en que "no sea que gane", pues no nos molestamos en cambiar de nombre, que el que propone es feo de narices. En cuanto a lo segundo, una y otra creen que responderle a alguien que solo se atreve a cuestionar como Anónimo sería perder el tiempo....
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