Por
Ana Ulla
Mal
hacen los partidos de la oposición compostelana en seguir confiando la debacle
de Compostela
Aberta a que Martiño siga manteniendo como concejal a Manuel
Dios porque el día que descubran la fuga de votos que les supone el buen señor, se les acaba el chollo. También ellos deberían hacer autocrítica, como ha hecho el alcalde. Sí,
Martiño ha hecho autocrítica, no a él, claro, sino a los demás. Por alguna
razón se ha incorporado y le ha hecho la autocrítica a todos en un
artículo que publica hoy La Voz, en realidad un sofrito soso, escurridizo y
pasado de fecha de todas las frases facilonas que le han dicho que se le ocurra esta semana. Pero autocrítica
al fin y al cabo, ajena pero autocrítica. ¿Una prueba de su humildad? No
creemos, porque sabemos, y él también lo sabe, que no la necesita. Nada nuevo
para concluir que los resultados son extrapolables solo en los aspectos que él
diga, y cómo él diga y cuando él diga, ya que ningún análisis, excepto el suyo,
está bien hecho, sin olvidar que en Santiago hubo tres alcaldes en cuatro años,
por supuesto. Y de ahí no sale.
Al
contrario que en Diciembre, cuando no escatimó en comentarios sobre la
extrapolación, ahora solo puede extrapolarse según el código de la autocrítica
ajena, según su criterio. A partir de ahí comienza su habitual desfile de autocitas
célebres que valen lo mismo para una cosa que para la contraria, para afirmar
que para negar, para esto que para aquello, esa pereza intelectual envuelta en
celofán que tanto gusta en su partido porque evita la ardua tarea de pensar.
Porque pereza es lo que transmiten sus palabras, desgana, hastío y cansancio y
hartazgo porque lo que gusta es la fiesta y que le aplaudan y le rasquen el
lomo y las mujeres le digan guapo. Y ya está.
Que
un grupo de burgueses acomodados como es Compostela Aberta se aproveche de la necesidad de la gente para
alcanzar el poder no necesita autocrítica. No la merece, nos dice Martiño. ¿Por qué? Porque hubo tres alcaldes. En la autocrítica no hay una sola
palabra referida a la mayoría social agredida o esa la emergencia social que le dio
el poder. No, vuelve a hablar del régimen del 78 como ayer hablaba del
soberanismo como remedio para la crisis, o este viernes de la plurinacionalidad,
y mañana de lo que haga falta y le aconseje el márketing político. La gente,
ahí están las subvenciones y los contratos a dedo, es solo SU gente. Y eso no es autocriticable.
Ana Ulla: lampreasyboquerones@gmail.com
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