Autopista Hacia El Hielo

En Galicia, tras la tempestad suele llegar la tormenta, y si es acompañada de nieve e hielo más borrascosa se pondrá la cosa. Hace un par de días la autopista A-9 se convirtió en una atracción digna de Port Aventura y en un arranque de solidaridad ciudadana la respuesta sí se hizo esperar por parte del bipartito, pero la espera valió la pena, surrealismo en estado puro a punto de nieve que nos dejó helados.
Anxo Quintana, un hombre de estado, de estado carencial se entiende, amagó con una especie de invitación a la insumisión en el pago de peajes autopistales, una política pública que no veíamos desde los años de Capone, Al.
Otro Al, Albano, el de Romina, parecía el presidente Touriño quejándose ante quienes cobran por escucharle, que “este no es un país bananero”, en referencia al caos que los fenómenos climatológicos adversos e imprevisibles provocan en la rolliza Galicia y no, como algunos interpretaron maliciosamente, dirigiéndose a esa otra política de alto nivel que ha llevado al alcalde compostelano Sánchez Bugallo a tierras y playas caribeñas.
Por último, la responsable del ramo y los ramales, María José Caride, echó mano del Manual de Excusas, capítulo seis, (Editorial: Estaba Así Cuando Llegué) y culpó con envolvente voz de rimel del desastre helado al Estado. Para qué complicarse con otras historias.
Porque ni la flamante y todavía con el precio puesto Agencia Gallega de Emergencias pudo hacer nada en tan aciaga mañana. Ni en la tarde. Que los pueblos y aldeas incomunicados por el temporal son, dicen, casos aislados, evidentemente. Y esas son, en fin, las respuestas que nos quedan ante las crisis cuando como dijo aquel otro, no se han enviado a los agentes electorales a luchar contra los elementos. Año de nieves, año de bienes. O te quedas.