La Señora Del Paraguas (UMBRELLIS INCORDIUS) es una especie común que habita en todo el territorio peninsular aunque prolifera de manera inusitada y constante en el cuadrante gallego gracias a la humedad y abundancia de lluvias de esta zona. Fisiológicamente vienen caracterizadas por un apéndice en forma de hongo de vivos colores especialmente sensible a la humedad, situación en la que se vuelve más pausada en sus andares, concentrándose su población en las áreas urbanas y dentro de estas en las zonas en las que las aceras se hacen más estrechas, por ser este el lugar en los que despliegan sus ataques, tan torpes en apariencia como efectivos en sus resultados. Con frecuencia establecen lazos de simbiosis con otros congéneres con los que se entrelazan artísticamente del brazo creando una cadena cinegética que facilita sus cacerías.
Históricamente se ha especulado sobre la posibilidad de ser una especie mutante si bien estudios recientes se inclinan porque se trate más bien de un estado avanzado en la evolución de otros grupos afines con los que guardan similitudes asombrosas, hasta el punto de cuestionarse su hermafroditismo e incluso su generación espontánea ya que se ha podido observar su aparición inesperada en calles desiertas y esquinas vacías tan pronto caían las primeras gotas de lluvia.
En su hábitat preferido, las aceras estrechas, sea sola o encadenada a otros congéneres, aprovecha los momentos de mayor intensidad de lluvia y afluencia de personas para formar una especie de tapón a sus espaldas y llegado el momento realizar un atinado y sutil movimiento del apéndice paragüero golpeando a sus víctimas en la cabeza, en un ojo o descargando sobre ellas el agua acumulada en la parte superior, impertérritas a los gritos de queja y lamentos de los indefensos agredidos. Es asimismo frecuente encontrarlas con lo que podría identificarse como bolsas de supermercado en sus extremidades superiores táctica que emplea para dificultar el paso de quienes traten infructuosamente de esquivarla lateralmente.
Dada la longevidad de sus miembros es comúnmente aceptado entre la comunidad científica que su adaptación al medio ha sido completo genéticamente y gracias a la sinuosidad de su comportamiento ha sido capaz de constituir un nicho propio en el ecosistema urbano, donde la abundancia de víctimas es notable y garantiza su subsistencia a medio plazo.
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