El Arrastramaletas de Santiago (TIRAVALIJAE COMPOSTELLANUM) pertenece al subgrupo de especies que anida en zonas urbanas universitarias, migratoria y de hábitos periódicos localizables en las primeras horas de la mañana o las vespertinas. Animal de costumbres cíclicas, es creencia comúnmente aceptada la existencia de dos épocas de migraciones, la Mayor que coincide en el año entre el comienzo y el final del verano, y la Menor que tiene lugar entre el comienzo y el final de semana y por lo común tras la celebración en manada de un peculiar rito de afirmación social conocido como el botellarium.
La especie, que durante el resto del tiempo se integra hasta la dispersión en el hábitat de su entorno, se mueve en pequeños grupos del mismo género si bien son frecuentes las agrupaciones mixtas, siendo en todo caso preferidas las reuniones de individuos pertenecientes a una franja de edad muy similar lo que les lleva a una simbiosis y exitosa práctica en el reparto de pesos. Salvo escasas excepciones, se trata de una especie fácilmente identificable cuando las circunstancias acústicas lo permiten por el singular sonido que emiten en sus desplazamientos, muy parecido al personalísimo golpeo calcáreo y continuo en el piso de la zona. Es en esos momentos cuando en operación similar a la que practica el escarabajo pelotero, conforma y crea una especie de masa desplazable que adosa a su espalda y empujada por una de las extremidades articuladas, protegida por una capa exterior y que alberga todo tipo de deshechos, textiles y orgánicos en descomposición con los que abandona en una sus migraciones su cubículo para volver a aparecer al finalizar esta, provista entonces de nuevas viandas o luciendo nueva apariencia, desconociéndose hasta la fecha los detalles concretos e internos del proceso de renovación referido que practica, como se ha dicho, alejada de su nicho habitual.
Especie frecuente y fecunda, no conviene sin embargo ser confundida por un observador no avezado con otra especie, el Peregrinum Fetidus, si bien este último es más localizable en lugares donde la comida y bebida no son aptas, por su inaccesibilidad, para el Arrastramaletas.
La especie, que durante el resto del tiempo se integra hasta la dispersión en el hábitat de su entorno, se mueve en pequeños grupos del mismo género si bien son frecuentes las agrupaciones mixtas, siendo en todo caso preferidas las reuniones de individuos pertenecientes a una franja de edad muy similar lo que les lleva a una simbiosis y exitosa práctica en el reparto de pesos. Salvo escasas excepciones, se trata de una especie fácilmente identificable cuando las circunstancias acústicas lo permiten por el singular sonido que emiten en sus desplazamientos, muy parecido al personalísimo golpeo calcáreo y continuo en el piso de la zona. Es en esos momentos cuando en operación similar a la que practica el escarabajo pelotero, conforma y crea una especie de masa desplazable que adosa a su espalda y empujada por una de las extremidades articuladas, protegida por una capa exterior y que alberga todo tipo de deshechos, textiles y orgánicos en descomposición con los que abandona en una sus migraciones su cubículo para volver a aparecer al finalizar esta, provista entonces de nuevas viandas o luciendo nueva apariencia, desconociéndose hasta la fecha los detalles concretos e internos del proceso de renovación referido que practica, como se ha dicho, alejada de su nicho habitual.
Especie frecuente y fecunda, no conviene sin embargo ser confundida por un observador no avezado con otra especie, el Peregrinum Fetidus, si bien este último es más localizable en lugares donde la comida y bebida no son aptas, por su inaccesibilidad, para el Arrastramaletas.
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