Publicado en SANTIAGOSIETE el 2 de Enero de 2009
Lo peor de sentirnos un poco como personas nuevas al comenzar el año es que las facturas nos siguen llegando a nombre del que éramos antes. Así que mejor no fiarse de ese bienintencionado refrán que habla del año de nieves…, salvo que se apellide Rodríguez, y antes de hacer el tonto con la lista de mejorables propósitos de enmienda a la totalidad recordemos que si el tiempo es oro, este año nos ha llegado con un segundo más de regalo por aquello de sincronizarnos con el cosmos (y que ya habrá malgastado solo con leer esto).
Lo cierto es que pocos años llegan tan cargados de incertidumbre como el que nos ha traído el tintineo de las recientes uvas, más por la ira que por los rayos, y en su horizonte unas elecciones que saben a inoportunas teniendo por delante todo un año pagano antes de que llegue el santo con su bendito óbolo a Santiago, y es que fiarnos de las promesas electorales sería como creerse que los reyes son los hijos porque a las buenas promesas, como a los concursos eólicos, se las lleva el viento navideño. Y si no, que se lo pregunten a San José.
Lo cierto es que pocos años llegan tan cargados de incertidumbre como el que nos ha traído el tintineo de las recientes uvas, más por la ira que por los rayos, y en su horizonte unas elecciones que saben a inoportunas teniendo por delante todo un año pagano antes de que llegue el santo con su bendito óbolo a Santiago, y es que fiarnos de las promesas electorales sería como creerse que los reyes son los hijos porque a las buenas promesas, como a los concursos eólicos, se las lleva el viento navideño. Y si no, que se lo pregunten a San José.
Coda: En un país de cotillas no hay que extrañarse de que acabemos el año con un gran Cotillón...
No hay comentarios:
Publicar un comentario