El temporal que este fin de semana ha azotado Galicia como la centrifugadora de una lavandería industrial, marcha llevándose consigo algunas vidas humanas. Pero pocas, muy pocas si consideramos las que la negligencia pudo aportar a la fatal estadística.
Y es que el viernes, madrugada del sábado, varios cortes de luz dejaron Santiago de Compostela como la boca afilada de un lobo, y entre las zonas afectadas no escapó el CHUS, el Hospital Clínico de Santiago. Cuentan profesionales del centro que al producirse los apagones no todos los generados automáticos saltaron y concretamente la unidad de Coronarias, Cardiología, se quedó literalmente sin electricidad con un nutrido grupo de enfermos en su interior. Baste recordar que es la unidad que atiende a infartados, entre otros, y solo la profesionalidad de quienes allí se encontraban y cierta intervención divina impidieron que aquella sala se transformase en una morgue a la luz de las velas.
Al producirse el primero de los apagones, que dejó sin electricidad alguna a todos los aparatos que allí había incluidos los que servían para asistencia inmediata y diversos tratamientos, más que pánico fue la sorpresa la que atenazó a los médicos, pero en apenas unos segundos se pusieron manos a la obra y tomaron los ventiladores manuales unos y la observación de pacientes los más hasta que, un minuto, ¡un minuto! después volvió la electricidad. Pero hasta tres veces en esa noche se fue la luz, vaya usted a saber adónde, en esa unidad de cardiología. Y en los ascensores.
Y no, no saltaron los generadores eléctricos automáticos. Y sí, sí estamos en el siglo XXI, y hablamos de uno de los hospitales de referencia de Galicia, tal ve el primero si se atiende a su área sanitaria.Esas cosas pasan en esta Galicia de hoy. Eso sí, cuenta la prensa que el apagón apenas impidió que se realizaran algunas placas y ciertas pruebas. De lo aquí contado, ni palabra. Tenga usted un gabinete de prensa para eso
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