Muerto Benedetti se inició la rabia, la que traen las muertes en horas negras de recordar que hace años La Causa hizo comprar centenares o miles de libros suyos, tal vez solo decenas, y ahora hay que buscar donde estánr y buscar un verso bonito y buscar a quién escribírselo. Llegó Benedetti para tantos en el contrabando del contrabajo de Serrat cuando no sabíamos quién era Benedetti, ni Serrat, ni quién Fidel Castro ni sabíamos qué era saber aunque supiéramos poco y sabíamos a mucho, de su elegante sensualidad y de sus infantiles igualitarismos que recordaban a clases del domund pero donde lo negro era lo rojo, o al revés, eran otros tiempos que ahora vivimos, porque ya se murió aquel en el Uruguay que es como una estación de servicio en la bisagra de los dos mundos más hispanos.
Se murió, si, del todo como otros miles, y cuando ser buen poeta era un título aristocrático que ahora se vende en el mercado negro de los pasados políticos blanqueados como los sepulcros rebosantes de tiña, pero uno recuerda esos tonos sin saber que eran suyos ni que los cantara otro, pero bien sabía quién los escuchaba y cómo y por qué y solo flaquea el cuando pero no importa.
Se murió Benedetti. Larga vida a las editoriales.
Se murió, si, del todo como otros miles, y cuando ser buen poeta era un título aristocrático que ahora se vende en el mercado negro de los pasados políticos blanqueados como los sepulcros rebosantes de tiña, pero uno recuerda esos tonos sin saber que eran suyos ni que los cantara otro, pero bien sabía quién los escuchaba y cómo y por qué y solo flaquea el cuando pero no importa.
Se murió Benedetti. Larga vida a las editoriales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario