Infiel a sus citas, está al llegar el 25 de Julio, el día de Santiago, una de esas jornadas con más títulos que una biografía de Corín Tellado. Así, será para unos simplemente ese día de Santiago, el de su onomástica, con las variedades clásicas de Yago, Jacobo, Jaime y otros tantos. Algunos aún celebrarán el oficial día del patrón de España, que para sorpresa de casi todos ahí sigue. Otros saldrán a la calle para festejar el Día da Patria Galega para gritarle al mundo que saben gritarle al mundo. Y los más, aseado el pensamiento, pasarán un día de Galicia con la misma emoción con la que se vive el día internacional de los huevos duros, el de la pata coja o la jornada reivindicativa de lucha de miradas al vacío. Ya anunció Umbral que a este paso acabaremos celebrando los medios días internacionales porque los calendarios, como cosa humana que son, no dan para más.
Lo cierto es que el día nos dice Bea que se presenta playero, que para eso hicimos una colecta para pagarle la fianza del Sol, y las posibilidades de que Sara Baras nos llame porque sí o por equivocación son más bien escasas, así que habrá que buscarse otros planes.
Y como cada año se le presentarán al Apóstol las correspondientes rogativas a las que, como cada año, pareciera que respondiera con un silente “me lo pensaré, porque sois la leche”. Saldrán a la calle los gigantes y los cabezudos incluidos los de cartón piedra. Sonarán las gaitas más o menos templadas, se lucirán los fresquitos trajes de siete sayas y gota gorda y la gente, que en el fondo es buena, mucho más y mejor de lo que nos contaba Summers, hará por pasarlo bien. Porque sí, coño.
Y como el pueblo es más sabio, en el fondo más que celebrar el Día de tal o cual cosa buscará celebrar la noche que todavía no se la ha apropiado nadie, cuando los gatos que aún quedan después de las falsas liebres de la mañana son todavía pardos, como Carmen, pero felinos al fin, aunque también tengan bigotes.
Así que, señores mesías de todas las causas incluidas las por llegar, que tengan un buen Día de lo que quieran. Pero que sepan que las noches aún son nuestras.
Lo cierto es que el día nos dice Bea que se presenta playero, que para eso hicimos una colecta para pagarle la fianza del Sol, y las posibilidades de que Sara Baras nos llame porque sí o por equivocación son más bien escasas, así que habrá que buscarse otros planes.
Y como cada año se le presentarán al Apóstol las correspondientes rogativas a las que, como cada año, pareciera que respondiera con un silente “me lo pensaré, porque sois la leche”. Saldrán a la calle los gigantes y los cabezudos incluidos los de cartón piedra. Sonarán las gaitas más o menos templadas, se lucirán los fresquitos trajes de siete sayas y gota gorda y la gente, que en el fondo es buena, mucho más y mejor de lo que nos contaba Summers, hará por pasarlo bien. Porque sí, coño.
Y como el pueblo es más sabio, en el fondo más que celebrar el Día de tal o cual cosa buscará celebrar la noche que todavía no se la ha apropiado nadie, cuando los gatos que aún quedan después de las falsas liebres de la mañana son todavía pardos, como Carmen, pero felinos al fin, aunque también tengan bigotes.
Así que, señores mesías de todas las causas incluidas las por llegar, que tengan un buen Día de lo que quieran. Pero que sepan que las noches aún son nuestras.
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