El barrio de Conxo, siempre singular, cuenta desde hace al menos dos semanas con una pareja de grúas municipales para él solo. Uno, que no acababa de creérselo, fue invitado a comprobarlo in situ y, en efecto, allí pudimos verlas retozar como parte ya del mobiliario urbano, anidando entre automóviles con su cola de escorpión y una infatigable tarea que haría aconsejable trasladar el depósito municipal hasta la zona. Resulta deliciosamente emocionante ver a la municipalidad desplegar sus ademanes de teniente coronel y carácter polvopénico en una zona de aparcamiento dormitorio donde tras el cierre de Cornes los coches pacen como camadas indefensas y se puede cazar hasta el pillaje como zorras en un gallinero o pescar como en una pecera.
Y hasta allí resuenan las palabras del alcalde Sánchez Bugallo cuando afirmó que el Concello no tiene por qué solucionar los problemas de aparcamiento o cuando la concejala Álvarez – Santullano empleando otros sinónimos declaró que el problema del tráfico es que hay demasiados coches. O pocas grúas, podríamos pensar. O que no todos tienen coches oficiales o con aparcamiento reservado o dotados de impunidad.
Al final serán tantas las sanciones que lleguen que acabarán confundiéndose en el buzón con la próxima propaganda electoral y no se sabrá si recurrir el voto o votar con las multas.
Y hasta allí resuenan las palabras del alcalde Sánchez Bugallo cuando afirmó que el Concello no tiene por qué solucionar los problemas de aparcamiento o cuando la concejala Álvarez – Santullano empleando otros sinónimos declaró que el problema del tráfico es que hay demasiados coches. O pocas grúas, podríamos pensar. O que no todos tienen coches oficiales o con aparcamiento reservado o dotados de impunidad.
Al final serán tantas las sanciones que lleguen que acabarán confundiéndose en el buzón con la próxima propaganda electoral y no se sabrá si recurrir el voto o votar con las multas.
Publicado en SANTIAGOSIETE el 12 de Marzo de 2010
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