Diez mil nuevos puestos de trabajo en el sector público son diez mil nuevos impuestos en el sector privado. Esa es la cifra de nuevos empleados públicos incorporados a la administración gallega en la presente legislatura. Así lo han afirmado desde las filas indias del PP y ha faltado tiempo para que desde las poltronas de la Xunta se matizara o corrigiera el dato de una forma que, dadas las argumentaciones prestadas, denotaba un cierto malestar en el hecho de haberse hecho públicas, como si fueran algo “malo”. No son datos falsos, se dice, pero hay que saber explicarlo. Vamos, un galleguismo.
El costo se calcula en mil Touriños (recuérdese, 1 Touriño = 1 millón de euros) y nadie duda de la necesidad y eficacia de tanto empleo público. Pero tampoco faltan voces maliciosas que afirman bajo cuerda que diez mil funcionarios son diez mil votos, o casi. Pero tampoco faltan quienes opinan que puede tratarse de una medida social ya que de no existir ese cuerpo de funcionarios no se sabe que sería en la vida de muchos de ellos.
El caso es que ese aumento se ha visto correspondido con el incremento del más del doble de desempleados, del sector privado naturalmente, que es el que nutre con su actividad la nómina de lo público. De esta forma no es extraño que las arcas de las alianzas bipartitas hayan de viajar periódicamente a Madrid a por su paga semanal, el alquiler de sus escaños en el Congreso, para hacer frente aunque sea de perfil a la satisfacción monetaria de ese monstruo en que se está convirtiendo la administración pública gallega.
Es posible que la propia región no sea capaz por sí misma de sustentar su propio aparato administrativo, ese aparto reproductor de nuevos funcionarios, mientras la actividad privada decae, lo que llevará a la artrosis económica y la posibilidad nada lejana si no actual de convertir a Galicia en una comunidad subsidiada.
No sabemos si este es el autogobierno pretendido por los nacionalistas pero cuanto más se dependa económicamente del resto del Estado, más de pacotilla será. ¿O de eso se trata?
El costo se calcula en mil Touriños (recuérdese, 1 Touriño = 1 millón de euros) y nadie duda de la necesidad y eficacia de tanto empleo público. Pero tampoco faltan voces maliciosas que afirman bajo cuerda que diez mil funcionarios son diez mil votos, o casi. Pero tampoco faltan quienes opinan que puede tratarse de una medida social ya que de no existir ese cuerpo de funcionarios no se sabe que sería en la vida de muchos de ellos.
El caso es que ese aumento se ha visto correspondido con el incremento del más del doble de desempleados, del sector privado naturalmente, que es el que nutre con su actividad la nómina de lo público. De esta forma no es extraño que las arcas de las alianzas bipartitas hayan de viajar periódicamente a Madrid a por su paga semanal, el alquiler de sus escaños en el Congreso, para hacer frente aunque sea de perfil a la satisfacción monetaria de ese monstruo en que se está convirtiendo la administración pública gallega.
Es posible que la propia región no sea capaz por sí misma de sustentar su propio aparato administrativo, ese aparto reproductor de nuevos funcionarios, mientras la actividad privada decae, lo que llevará a la artrosis económica y la posibilidad nada lejana si no actual de convertir a Galicia en una comunidad subsidiada.
No sabemos si este es el autogobierno pretendido por los nacionalistas pero cuanto más se dependa económicamente del resto del Estado, más de pacotilla será. ¿O de eso se trata?
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