Porque sí, porque si su fe es tan grande que no puede ni escuchar la palabra maldita que nadie le obligue a hacerlo, que si pertenece a una fe minoritaria en un país con otras creencias, no pueda ser marginado ni injuriado por ello, que si, que pueda proclamar su fe sin limitaciones de nadie, que nadie pueda ponerle cortapisas a sus creencias y que pueda proclamar aquello en lo que cree con total libertad y pueda contar con los poderes públicos para hacer valor ese derecho a no ser ofendido, pero antes…
…pero antes, que vaya a uno de esos putos países, con su familia y la madre que les parió a todos ellos y cuando consiga que allí pueda hacerse lo mismo que ellos exigen aquí, que un cristiano pueda decir que lo es en público sin que le vuelen la cabeza, que puedan levantarse iglesias donde se quiera y se pueda proclamar la fe cristiana con los mismos derechos que aquí, entonces…
…entonces que regrese a España y volveremos a hablar del jamón. Posiblemente para entonces haya comprendido que el Creador ha querido que el hombre sea libre incluso para creer en Él o no, y puede que entienda que, como dice la Escritura, la impureza no está en lo que entra en el cuerpo, sino en lo que sale del corazón.
Así que, ¡FELIZ NAVIDAD!
Y UN JAMÓN PARA TODOS LOS HOMBRES DE BUENA VOLUNTAD.
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