Por Alina de Zas*
Pasado el Entroido han vuelto a colocarse las máscaras. Nos mintieron,
sí, Compostela Aberta y Martiño Noriega nos mintieron a quienes de verdad esperábamos
la regeneración política que anunciaban. Tres años es tiempo suficiente para
darse cuenta. Fuimos convocadas y acudimos, nos llamaron para protestar y allá
estuvimos, la agenda no tenía días suficientes para tantos actos de protesta y
reivindicación como había en Compostela, y participábamos de ellos porque
creíamos en la necesidad de un cambio. Plataformas, asociaciones, vecinos
espontáneos, todo era poco para clamar a los cielos por la corrupción y el
descrédito de la ciudad. Se trataba de hacer frente al poder para entregárselo
a la gente, creíamos en ello y peleamos, con nuestra presencia y nuestro grito,
por hacerlo posible.
Tres años después aquellas gentes, esas plataformas, esos
artistas e intelectuales, esas asociaciones culturales, se han instalado en el
poder y viven de él. Lo que nunca hubiésemos creído por imposible, ha ocurrido,
se han vendido. Y las reivindicaciones ya no existen. Esas personas a cuyo lado
gritábamos denunciado el enchufismo, están enchufadas en el poder y han perdido
la voz. Esas plataformas que denunciaban el amiguismo cobran estupendas subvenciones
del poder, y se han olvidado de lo que gritaban. Las asociaciones que denunciaban
la dejadez reciben dinero del poder y ahora miran para otro lado. Los artistas
e intelectuales ya no protestan sino que hacen cola para recibir su dinero por
un concierto, un libro, una exposición o similar. Se han institucionalizado.
Cuando vuelvo a verlos me hablan de libertad de expresión,
ahora, cuando no permiten que nadie que no sea de los suyos pueda hacer carrera
artística. Me hablan de cultura libre, de la gente, a sabiendas que solo es
cultura si se pasa por el arco del triunfo de ese poder contra el que estaban
luchando hace solo tres años. Las publicaciones que gritaban como hienas contra
aquel poder, ahora que reciben publicidad a manos llenas, y promociones, y
ayudas de todo tipo callan ante lo mismo que denunciaban, consienten lo que rechazaban
y adulan al poder que les mantiene con nuestro dinero. Institucionalizados.
Hablaban de feminismo y lo han convertido en una fábrica de dinero para un
puñado de arribistas que viven a costa de nosotras, como ese Territorio Das Mulleres para provecho de unas pocas. Me dicen “tú también
podrías….pero ya sabes lo que tendrías que hacer”. Si, engañar y engañarme.
Porque era mentira. Denunciaban lo mismo que ahora amparan
en sus actos y en sus publicaciones a cambio del favor del poder, a cambio de
apoyar a Compostela Aberta y a su alcalde, que consiente el amiguismo, el
enchufismo, el favoritismo y, en su propia persona, el nepotismo con su propia
mujer. Este partido está haciendo lo mismo que denunciaba, y está untando a
aquellos que lo apoyaron para que se callen ahora.
Eran rebeldes y ahora forman parte del poder. Eran
rupturistas y ahora están subvencionados. Pedían cultura pero les basta el
dinero. Eran lo que son, mentirosos.
Cuando veo por la calle a quienes protestaban conmigo por lo
mismo que ahora hacen, vuelven la cara. Es por la vergüenza. Se han
institucionalizado. Como las ratas.
*Alina de Zas es escritora
@alinadezas
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