Lánguida Compostela de Puente y Mentira

Compostela lánguida que discurre, mansa, bajo sus puentes de piedra y miel del primer diciembre en blanco y negro, agua espesa y remolona y tímida y deshilachada que lleva a sus espaldas los pétalos de las tristes flores que siempre dicen sí, agua heráclita que todo lo aguanta sobre su cerviz verde y voluptuosa a depositar en su madre, agua que todo se lleva menos tu rostro reflejado porque siempre permanece, primicia y promesa de la inmortalidad del universo, lánguida Compostela de grandes hombres pequeños y mezquinos grandes hombres que mienten a la vida haciéndose trampas en los ábacos de sus almas olvidando que han de olvidar para recordar que olvidan, lánguido latido de pasos peregrinos que atronan breves por piedras y charcos de plata por pulir, lluvia viva de hojas secas de los cerezos y de dátiles por lamer proscritos de puro dulce soñados al alba de cada atardecer, languidez de las máquinas de imprimir rellenas hasta reventar de todo tipo de vacíos, lánguido balar de ovejas aburridas de querer siendo ovejas que nunca cesan de brincar rizadas, lánguido hielo domeñado de agua, pan y tonto hielo, quietud, monotonía, absurdo y mansedumbre de vaca ternera bien alimentada para que no piense que su pienso está, qué se le va a hacer, compuesto de la tristeza y la languidez de trincones y vanos con derecho a retrato en sepia, de grandes ingentes masas sin levadura, de terribles cazadores de tigres siberianos que cobardes se cagan encima si a la puerta de su casa encuentran una mosca o un paisano que le saluda, de eruditos vulcanos que alimentan su fuego con buenos propósitos y buenos deseos y buenos augurios, languidez, languidez compostelana de elegantes perrillos falderos orgullosos de alcanzar el haber sido nada ellos con la sola ayuda de su ridiculez, languidez que todo lo aguanta sobre sus pies en sempiterna plegaria, rezo de quien se da al Todopoderoso rogando mientras entrega como ofrenda, para su mal, el mazo, languidez última de Santiago sumisa, pusilánime y siempre hermosa en el sosiego que recoge las arenas de todos los relojes que se quiebran.

Languidez de las aguas compostelanas que bajan susurrando bajo sus puentes de piedra y miel en diciembre canciones de desamor, que clama en el desconocido idioma de la pasión deseos que no conoce y anhelos que nunca fueron suyos, irredentos penares, égloga de sueños, elegía de Compostela.