Y es que hace algo más de cuatro años Garzón, Baltasar, vino a Santiago, en efecto (o en efectivo), montado entonces en la cresta de su ola, para asistir a una jura de nuevos letrados donde dijo: “muchos pleitos se pierden por la falta de conocimiento sobre las normas procesales”.
Todos tenemos una idea más o menos acorde y aproximada sobre lo que es la justicia y, para todo aquello en lo que no coincidimos y que es menos de lo que parece, nos procuramos de las leyes. Por ello podemos entender cómo sentimos ciertas resoluciones judiciales como justas y otras meramente ajustadas a derecho, es decir, a las leyes a las que hemos decidido someternos pero que no coinciden con nuestra idea de la justicia. Solo así podemos admitir que la lectura sosegada, desapasionada y jurídica de la sentencia que condena a Garzón sea una resolución escrupulosamente ajustada a derecho, más allá de que pueda ser entendida o sentida como justa o no. En cualquier caso se hace necesaria su lectura ya que, en otro caso, hablaríamos con ignorancia inexcusable en uno u otro sentido con la carga de irresponsabilidad que eso conlleva… salvo que uno no pretenda ni le importe ser justo sino justiciero con el riesgo de convertirse en deliberadamente injusto, lo cual no es cosa de gran tragedia siempre que se admita que, cuando el justiciero sea otro, tenga uno que aguantarse callado como una puta.
Resulta muy lamentable que Garzón haya sido condenado, no por combatir la corrupción, sino por hacerlo saltándose esas normas que todos nos hemos impuesto, siendo además garante privilegiado de su cumplimiento. Así, lamentablemente, lo explica con pelos y señales, demasiadas, la sentencia. Una pena, una lástima, una desgracia. Garzón ha expuesto sus motivos, la parte contraria los suyos y el tribunal ha dictado sentencia que el juez ha calificado como injusta. ¿Quién tiene razón? Tal vez haya que recordar las mismas palabras que él mismo dijera en aquella visita a Compostela: “el oficio de jurista debe ser "activo" y apoyarse en la máxima de que "no estamos en posesión de la verdad”
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