Por Bruna Quiroga
Nunca hemos ocultado nuestra sincera simpatía por los
votantes de Compostela Aberta. No nos referimos, claro está, a la élite del Amado
Líder y su pequeño círculo de privilegiados y familiares, no. Nos referimos a
quienes les votan con el corazón, que con la cabeza nadie sabe votar, los que
les votan a pesar de no haber tenido nunca ni esperan en el futuro gratificación
económica de algún tipo, que haberlos hailos. Les tenemos simpatía a esos
vecinos y, aunque ellos no lo sepan, el resto de la ciudad también y los miran
al pasar con entrañable complacencia. Son los que llevan casi dos años escuchando
que Compostela Aberta va a hacer por ellos y por la ciudad tal y cual cosa,
casi dos años oyendo lo mismo, dos años que si esto o lo otro, casi veinticuatro
meses que si harán o desharán y, que pasado ese tiempo, lo único que saben es
que siguen oyendo que Compostela Aberta hará por ellos y por la ciudad tantas
cosas que el fin del mundo tendrá que atrasarse para que dé tiempo a acabarlas todas.
Lo empezaron a oír hace casi dos años y hoy es lo único que saben, que siguen
oyéndolo. Y en este tiempo, nada. Pero nada, nada. Salvo querer cambiarle el
nombre al aeropuerto. Y ni eso de momento.
De ahí el cariño que despiertan, de ahí el sentimiento de
ternura que provocan esos votantes y el deseo de achucharles con afecto como a gatitos
abandonados o perros cojitos. Nadie les dice nada, solo los miran con amabilidad
y afecto, a veces con lástima, siempre con consideración. Para los
compostelanos, también esos votantes son de los suyos y por eso los quieren, y
es ese amor vecinal el que provoca que también sufran tanto por ellos. Sienten
lástima al saber que aquellos a quienes han votado solo los utilizan como carne
de urna para mantenerse en el poder y eso al resto de ciudadanos les duele.
Porque son los votantes que no quieren tres alcaldes en cuatro años, ni
enjuagues economicoprivaticionales, ni corruptelas de ningún tipo, y como no
quieren vivir en ese mundo, Compostela Aberta ha creado para ellos otro más
puro, más limpio, más sano. Solo para ellos y en el que solo se escuchan las
voces de sus amos, sus palabras, sus consignas, y así son felices. En ese mundo
creado por Compostela Aberta para sus votantes todo es perfecto, y tan solo han
tenido que cambiarle el nombre a las cosas creando un lenguaje nuevo, adaptado
a sus necesidades afectivas y, para las que las tienen, también intelectuales.
Con ese lenguaje todo es comprensible para ellos, todo adquiere lógica en su
mundo y las piezas de sus querencias encajan bien. Mientras, el resto de los
vecinos al verles y escucharles sonríen melancólicos, en parte apenados, en
parte enternecidos por esos votantes a quienes no les está permitido juntarse
con otras personas que no sean también votantes de Compostela Aberta para no
contaminarse, ni leer otras cosas o escuchar otras palabras que las que se les
dan. Porque todo lo demás, lo que llaman la realidad, es una gran mentira, les
dicen. Aunque sea esa realidad, la que vive junto a ellos, la que los mira con cariño
infinito.
Las gentes de Santiago son buenas, y los quieren. Saben que
ellos no aspiran a mantenerse en el poder, a ganar dinero, a enchufar, a
contratar a dedo incluso a la señora del Amado Líder, a favorecer a amigos, familiares
y conocidos. Ellos son solo votantes que están ahí, y su cariño es sincero. No
los abandonemos, también son ‘personas humanas’. Quiérelos.
Bruna Quiroga: lampreasyboquerones@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario