El Concello ha tenido muy pocas luces con el alumbrado navideño de este año. A las lumbreras responsables del asunto no se les ha encendido la bombilla y más que celebrar la Navidad pareciera que la estuviéramos lamentando. Entre la desidia municipal y la dejadez de bastantes comerciantes no extrañará que el bajo consumo no sea solo el de la luminaria, sino también el de unos consumidores poco ambientados para dejarse los cuartos a media luz. Son numerosas las quejas desde distintos ámbitos las que se han vertido sobre el asunto y Raxoi tendría que explicar por qué, habiendo tantos enchufes, haya tan poca luz en las calles.
Quejámonos también de la frialdad de las luces azules, como una innovación, que parecen de alterne por aquello de variar. Estas penumbras puede que sean un adelanto del apagón analógico, o la voluntad de ahorrar del consistorio, pero es que se pasan el año ahorrándonos y el resultado tampoco lo vemos claro. Así se presentan las cosas el año en que el Niño Jesús nacerá en Kyoto en lugar de Belén, y aunque solo sea por aquello de celebrar el Nacimiento, debiéramos esmerarnos más en el alumbramiento.
José María Sánchez Reverte
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