¡Jod... SERGAS!

Publicado en SANTIAGOSIETE

Ya no será suficiente con el calendario de vacunaciones, del contribuyente o el escolar. A partir de ahora, los usuarios del servicio de salud tendremos que hacernos con el “Manual y Calendario de Huelgas, Paros y Motines del personal sanitario, técnico o de entretiempo del SERGAS”. Así será posible acudir a una cita del especialista, a una operación del trigémino o a que nos amputen la paciencia, sin llevarnos sorpresas de paros in vitro. Un ejemplo: si es martes, diez de la mañana y no llueve, acudimos al Manual y sabremos tras qué pancarta está nuestro médico

¿Por qué creen ustedes que se llama paciente al enfermo? Médicos huelguistas, técnicos reivindicantes y demás personal petitorio tienen más razón que docena y media de santos en sus cuitas, por más que nos duela y nadie nos cure. La huelga como derecho constitucional, pero ¿no tenemos derecho a soltarle nuestros rollos y neuras a un médico cada quince días?

Si existe algo realmente estable es la inestabilidad de cierto personal sanitario. La interinidad, las sustituciones por bajas, los días de asuntos propios (¿?), la maternidad, paternidad o abuelinidad provocan que cada día te atienda un doctor distinto, uno te recibe y escucha, otro te manda unas pruebas, otro más las examina, el de más allá hace el diagnóstico, el siguiente lo rebate y cuando vuelves te encuentras con el último que no sabe ni quién eres. Mucho polítiqueo de por medio. Y es que de las guerras intestinas, cuando son gruesas, ya se sabe lo que puede salir. Jugar con la salud es mortal. Para ahorrar unos cuartos puede optarse por contratar a recién licenciados que aún no han superado su especialización, o a Residentes sin permiso de residencia de los que se ignora, aunque se presuponga, su formación, mientras los de aquí se nos escapan a otras latitudes…Por algo será. Cuando se acuesta un médico, no sabe a dónde le mandarán a trabajar al día siguiente, y le resulta más útil una Guía Michelín que un fonendo nuevo.

Y en medio, la Consellería y sus paños calientes. No resulta saludable andar con el personal de la salud enfadado, pero es innegable el mérito de haber conseguido cabrear a tantos, por tanto y durante tanto tiempo. Al final, como en todo: una bata, un voto.