Flora Y Fauna Gallega (XXXIV): Sara Casasnovas

A Sara Casasnovas se la recuerda amando revuelta pero no junta con esos aromas tan henísima de Pravia entre la lavanda y el éter, y sus cabellos de fundido en negro como volutas jónicas al ritmo del corazón de la claqueta, de cuando el blanco y negro proyecta sombras de casi todos los colores, una mirada que pareciera de sempiterna perplejidad que se alza sobre sonrisas que son guiones por ensayar y cejas a gasógeno entre electros que nos matan, es ese tipo de actriz de ensayo libre y maneras que atan, una muchachita celta como un castro con cortinas y visillos, un homenaje a las miradas largas entre luces de cruce y sombras del pasado que viene viniendo para un futuro que para ella más que prometer, jura.
Pero aún posee esta Sara la juventud de la experiencia y la figura de un día temprano en abastos, fina y elegante como el recuerdo de un perfume, labios como un parador nacional cuando vestida como las hojas de un calendario en el que encontrar el día más festivo, es la forma de cualquier abrazo cuando el pelo es más cosechado que recogido, piel del color del barbecho y tersura de mareas cuandoacabamos al fin por encontrarla para comprender, al verla, por qué en la pantalla se habla de cadenas.