Conde Roa está siendo pero que muy cruel con el alcalde Sánchez Bugallo, y todo por andar criticando por ahí que se haya marchado al Caribe, de vacaciones dice el villano, cuando su sitio está aquí y sus deberes aún sin hacer. La segunda de a bordo en el Consistorio, Álvarez-Santullano tilda al popular de demagogo por poner el acento en la inutilidad del viaje a aquellas tierras, recordándole al perversísimo señor Conde que el alcalde no ha ido allá por gusto sino en viaje institucional. Y aclara, para que nadie dude de ellos, que se trata de preparar la cumbre mundial de ciudades llamadas Santiago.
Y tiene razón la locuaz Santullano, no es culpa del Concello el que no haya ciudades Santiago en Siberia o en Laos, que la mayorías están en tierras hispanotropicales.
Así que menos veneno en sus declaraciones, señor Conde. El alcalde se ha visto obligado a viajar para hacer el indio, que es una de sus obligaciones institucionales y en ellas está en su salsa, y preparar como Dios manda esa cumbre mundial, tal vez la cosa más tonta, inútil y ridícula que pueda imaginarse, pero cómo nos lo vamos a pasar con las mama-chicho.
Es cierto, podría emplearse ese esfuerzo en cumbres de contenido económico, de investigación, de emprendedores, atraer empresas e inversores, pero eso no interesa a nadie y que se lo queden las ciudades con otras aspiraciones, que en Santiago lo que mola es el calimocho. Lo importante es lo gracioso, una de esas cumbres mundiales que se parecen a aquellas reuniones de parientes que salieron del pueblo hace décadas y vuelven a reunirse a merendarse unos choricitos al vino con la boina y el cayado.
Lo próximo, que sea una cumbre mundial de ciudades con ocho letras, y a festejarlo en la sala Nasa. Y de paso, que doña Ánxela nos prepare unos mojitos. ¿Quién dijo crisis?
Y tiene razón la locuaz Santullano, no es culpa del Concello el que no haya ciudades Santiago en Siberia o en Laos, que la mayorías están en tierras hispanotropicales.
Así que menos veneno en sus declaraciones, señor Conde. El alcalde se ha visto obligado a viajar para hacer el indio, que es una de sus obligaciones institucionales y en ellas está en su salsa, y preparar como Dios manda esa cumbre mundial, tal vez la cosa más tonta, inútil y ridícula que pueda imaginarse, pero cómo nos lo vamos a pasar con las mama-chicho.
Es cierto, podría emplearse ese esfuerzo en cumbres de contenido económico, de investigación, de emprendedores, atraer empresas e inversores, pero eso no interesa a nadie y que se lo queden las ciudades con otras aspiraciones, que en Santiago lo que mola es el calimocho. Lo importante es lo gracioso, una de esas cumbres mundiales que se parecen a aquellas reuniones de parientes que salieron del pueblo hace décadas y vuelven a reunirse a merendarse unos choricitos al vino con la boina y el cayado.
Lo próximo, que sea una cumbre mundial de ciudades con ocho letras, y a festejarlo en la sala Nasa. Y de paso, que doña Ánxela nos prepare unos mojitos. ¿Quién dijo crisis?
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