Puy Fraga ha regurgitado en Santiago como Alien lo hiciera desde el entripado de aquel tripulante, aunque en este caso el viscoso brote llegara desde el fértil vientre de su tío Manuel.
Un susto es lo que ha dado el hombre sobrino a los candidatos compostelanos en esta silente y angustiosa trayectoria a oscuras en las frías aguas salpicadas de témpanos cara a las elecciones que se nos vienen encima y debajo, una ruta demasiado oscura y traicionera como para aventurarse con maniobras en falso por el temor a tropezar dos y cinco veces en la misma piedra, que en los mares helados son los iceberg de leche y miel.
Y puede que a la mente de todos o de los más despiertos se venga la posibilidad de un desastre en forma de naufragio y chaleco salva vidas naranja, un hundimiento en el que no habría botes para todos, o puestos en lista para ocuparlos en los que apenas quepan los de la primera clase sentados y a buen resguardo, los que han hecho méritos o los supieron llevarse de equipaje la mayor de las paciencias precavidas por si las vacas se tornan flacas para unos y anabolizadas para los de las clases menos primeras, valga esto.
Muy frías deben estar esas aguas negras que rompen por estribor y helador el gesto de tener que navegar con un ojo puesto en esos botes que son la vida política, un puesto en ellos aunque haya que remar como galeotes por si el desastre llega a puerto antes que la nave. Demasiada gente a bordo para que venga un extraño y quiera colocarse el primero en la lista de los que se salven, que no hay que menospreciar esfuerzo alguno pues preferible es pasar del trasatlántico a la patera con tal de seguir a flote político. Eso sí, sin polizones. O eso parecen pensar los contra..maestres.
Un susto es lo que ha dado el hombre sobrino a los candidatos compostelanos en esta silente y angustiosa trayectoria a oscuras en las frías aguas salpicadas de témpanos cara a las elecciones que se nos vienen encima y debajo, una ruta demasiado oscura y traicionera como para aventurarse con maniobras en falso por el temor a tropezar dos y cinco veces en la misma piedra, que en los mares helados son los iceberg de leche y miel.
Y puede que a la mente de todos o de los más despiertos se venga la posibilidad de un desastre en forma de naufragio y chaleco salva vidas naranja, un hundimiento en el que no habría botes para todos, o puestos en lista para ocuparlos en los que apenas quepan los de la primera clase sentados y a buen resguardo, los que han hecho méritos o los supieron llevarse de equipaje la mayor de las paciencias precavidas por si las vacas se tornan flacas para unos y anabolizadas para los de las clases menos primeras, valga esto.
Muy frías deben estar esas aguas negras que rompen por estribor y helador el gesto de tener que navegar con un ojo puesto en esos botes que son la vida política, un puesto en ellos aunque haya que remar como galeotes por si el desastre llega a puerto antes que la nave. Demasiada gente a bordo para que venga un extraño y quiera colocarse el primero en la lista de los que se salven, que no hay que menospreciar esfuerzo alguno pues preferible es pasar del trasatlántico a la patera con tal de seguir a flote político. Eso sí, sin polizones. O eso parecen pensar los contra..maestres.
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