Más Papisas Que El Papa (O La Des - 'Ilusión')

Resulta llamativo, cuando no triste, que quienes se posicionan en contra de un Gobierno acusándole de querer pensar por nosotros…cuando llega el momento se dejan pensar por ellos. Porque en política, como en cualquier faceta de la vida excepto en la moda, hay modas, solo que siempre suelen serlo interesadas y sectarias. El último ejemplo lo vimos hace muy poco a propósito del Día de la Mujer, antaño Trabajadora, ocasión para que la izquierda reivindicase su protagonismo en la nada que representa esa idea como se vende hoy día. En tan reivindicativa jornada se nos recordó que las mujeres ganan menos que los hombres, obviando que trabajando, en el conjunto que se hizo para este cálculo, menos horas que aquellos, por la que suma y la resta no pueden dar otro resultado (según el informe elaborado por AEAT al respecto, léalo y verá). Pero tamaña manipulación no deja de ser anecdótica ante el trasfondo del asunto.

La idea de estas reivindicaciones la entiende, con perdón, hasta un niño. Se trata de crear nuevos espacios de poder en detrimento de un proyecto común. Así se entiende que la izquierda sea la abanderada en la lucha contra la discriminación salarial femenina, contra la violencia de género, la única que se preocupa de la mujer al fin y al cabo. ¿Realidad? No, habilidad semántica consistente en desgajar esa parcela de la realidad para hacerla suya a costa, incluso de su matriz lógica, de su marido, de su familia, de sus aspiraciones personales o profesionales, elaborando con tal fin un programa en el que entremezcla ideales tan nobles como justos y necesarios con otras ideas que adulteran la realidad que pretenden proteger, convirtiendo a la mujer en enemigo de los demás hombres, incluso de su marido, de su casa, de sus deseos (recuérdese la caricatura que esas defensoras de la mujer hacen de las mujeres que quieren ser amas de casa, madres…), ideas nobles de las que ninguno podemos sustraernos, pero no porque lo digan ellos, que es el fin perseguido, sino porque nuestra civilización occidental así lo ha diseñado.

Uno, en su amplia experiencia profesional, jamás ha conocido un solo caso de discriminación a la mujer por ser tal, siempre ha sabido distinguir lo que se ha vendido como machismo y como feminismo, está orgulloso de ser hombre y aún más de aquellas mujeres orgullosas de ser mujeres. Por eso reniega de un planteamiento ideológico, como el que se pudo escuchar el Día de la Mujer que pretende hacer de esta una especie de hombre pero con período (de momento).

Resulta así penoso que no haya política de derecha que no se apunte a ese carro que acaban tirando ellas, por vergüenza, por complejo, por despiste, por bobas. ¿Hay discriminación? Ahí están las leyes y los juzgados. ¿Hay violencia? Ahí están esas armas y fundamentalmente la educación en casa. La lucha por la igualdad deja de serlo cuando se toma partido por una de las partes, decir igualdad para la mujer es, en sí mismo, buscar la desigualdad porque la igualdad, como la justicia, es un concepto unívoco, o la hay o no, pero si se parte de un supuesto desequilibrio ya no habrá justicia o igualdad, sino ¡discriminación ¿Positiva? Puede llamarse así, pero sería actuar, como sentenció el TEDDHH, buscando justicia a través de la injusticia y eso siempre lleva a la depravación, como vemos en España. Pero no, por complejos se apuntan a ese carro de la izquierda, el mismo que por ganar unos votos y la correspondiente parcela de poder ideológico enemista a la mujer con el resto de la creación.

Pues nada, a esperara a que nos llamen machistas, retrógrados y lo habitual en estos casos, que aquí nos quedamos con el enunciado “que no piensen por nosotros”, pero además poniéndolo en práctica.

¿Resulta necesario celebrar el ocho de Marzo? No, resulta necesario crear un nuevo concepto, esta vez auténtico si fuera posible.

Qué pena, qué des – ‘ilusión’ intelectual.