El carácter celtibérico hace que los brazos no se nos tuerzan jamás ante cualquier adversario ideológico, elevando cualquier controversia a dogma de fe. No nos conformamos con hacer valer nuestras posturas por incómodas que estas sean, sino que para ser felices hemos de lograr que el de enfrente de con sus huesos en nuestro suelo.
Algo parecido es lo que estamos viendo respecto al actual debate sobre el aborto que por arte de magia ha pasado de derecho a obsesión para unos y otros. Y en esta tesitura nos encontramos en una situación para la que existen argumentos a favor, en contra y de entretiempo para todos los gustos y colores. Si usted está a favor del aborto tiene a su alcance cientos de informes, estudios, pruebas, ensayos y argumentaciones técnicas, morales y sociales como para apabullar cualquier consideración en contra. Pero se da la circunstancia de que, si usted está en contra del aborto, el número de informes, pruebas y demás, técnico, científicos o de otra índole, no le irá a la zaga en número a los que defienden la postura contraria. Es decir, el estado actual de la ciencia nos proporciona tantos argumentos a favor como en contra de la cuestión abortista, si es matar o no, si hay vida o no y así.
Y otro tanto, para qué variar, respecto a la llamada píldora del día después con argumentos irrefutables, se dice, para probar tanto que es una medida abortista como si no, todo ello para el desconcierto del personal.
Eso sí, la escoliosis política, social o moral nos lleva, queramos o no y salvo excepciones tan honrosas como escasas, a buscar los argumentos que queremos oír y desdeñar sin más cuanto se opone a ello, pues así somos consciente o inconscientemente.
Sea como y esto es un hecho objetivo, existen tantos argumentos científicos a favor como en contra del aborto, por lo que cuando menos y si somos sinceros con nosotros mismos, nos quedará la duda pues no todos pueden ser verdaderos.
Y llevando la incertidumbre al terreno de lo jurídico, en caso de duda hay que estar por la postura presuntamente más desprotegida que, en ambos casos pareciera ser la del feto ¿no? A la vista de tanta prueba científica irrefutable no es posible que abortar sea matar y no serlo a un tiempo, queda pues la duda solo que, si abortar es matar hacerlo sería tan irreversible como injusto y no hacerlo siempre permitiría matar después, mientras que si abortar no fuera matar no sé entiende para qué debe existir una ley que lo ampare.
Algo parecido es lo que estamos viendo respecto al actual debate sobre el aborto que por arte de magia ha pasado de derecho a obsesión para unos y otros. Y en esta tesitura nos encontramos en una situación para la que existen argumentos a favor, en contra y de entretiempo para todos los gustos y colores. Si usted está a favor del aborto tiene a su alcance cientos de informes, estudios, pruebas, ensayos y argumentaciones técnicas, morales y sociales como para apabullar cualquier consideración en contra. Pero se da la circunstancia de que, si usted está en contra del aborto, el número de informes, pruebas y demás, técnico, científicos o de otra índole, no le irá a la zaga en número a los que defienden la postura contraria. Es decir, el estado actual de la ciencia nos proporciona tantos argumentos a favor como en contra de la cuestión abortista, si es matar o no, si hay vida o no y así.
Y otro tanto, para qué variar, respecto a la llamada píldora del día después con argumentos irrefutables, se dice, para probar tanto que es una medida abortista como si no, todo ello para el desconcierto del personal.
Eso sí, la escoliosis política, social o moral nos lleva, queramos o no y salvo excepciones tan honrosas como escasas, a buscar los argumentos que queremos oír y desdeñar sin más cuanto se opone a ello, pues así somos consciente o inconscientemente.
Sea como y esto es un hecho objetivo, existen tantos argumentos científicos a favor como en contra del aborto, por lo que cuando menos y si somos sinceros con nosotros mismos, nos quedará la duda pues no todos pueden ser verdaderos.
Y llevando la incertidumbre al terreno de lo jurídico, en caso de duda hay que estar por la postura presuntamente más desprotegida que, en ambos casos pareciera ser la del feto ¿no? A la vista de tanta prueba científica irrefutable no es posible que abortar sea matar y no serlo a un tiempo, queda pues la duda solo que, si abortar es matar hacerlo sería tan irreversible como injusto y no hacerlo siempre permitiría matar después, mientras que si abortar no fuera matar no sé entiende para qué debe existir una ley que lo ampare.
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