Y finalmente tuvo lugar el nombramiento del próximo Director General de la CRTVG, Televisión de Galicia, Telegaita, la Galega, como ustedes prefieran descalificarla. Se llama Alfonso Sánchez y claro, es lógico que en la época de la comunicación digital el nombramiento se haga a dedo, digitalmente se dice por supuesto, aunque cuidado porque hay dedos y dedos y lo que para unos es con el pulgar hacia arriba, otros lo blanden hacia abajo y aquellos en cambio emplean el índice, no confundir con el de la Inquisición, y no faltan por fin los que hacen valer su dedo corazón enhiesto y afilado. Tanto dedo para unas innovaciones que se pueden contar con los de una mano. Total, una cadena más, como si de un urinario se tratara.
Y es que el nombramiento ha contado con el beneplácito de todos, los que lo han puesto ahí por razones obvias y los que lo han rechazado encantados así de poder montar a continuación el numerito, por razones evidentes. Atrás quedan gestiones del maligno y bochornosos espectáculos bipartitos por el reparto de espacios informativos, atrás quedan pero aún se nota su aliento, y lo malo es que enfrente solo cabe esperar más de lo mismo pero con corbatas y refajos nuevos. Todos han consagrado la pluralidad, la suya, la transparencia, la de los otros, la objetividad, la que cada una entienda, y esa otra cosa imprescindible en política informativa, el ‘ahora te vas a enterar’. Pero nadie habla de suprimir el invento, de reinventar el ‘ente’ que le llaman graciosamente, ese pozo ciego y negro y sin fondo que no sabemos para qué sirve y cuyo éxito absoluto es, mire usted, una telenovela de producción propia. Mucho hay que temerse que más allá del logo o las presentadoras, poco va cambiar en la pequeña pantalla porque aún más pequeñas son las miras, y planas. Los antiguos comisarios dejarán su puesto a los nuevos y los redactores dejarán las noticias a medio escribir para que las acaben los que ahora llegan porque en las televisiones públicas las líneas informativas son en realidad círculos viciosos.
Y coño, además tenemos que pagarlo.
Ya tenemos nuevo director para la tele, larga vida a Internet.
P.D. El antiguo director coincide con el nuevo en su primer apellido, Sánchez, joder, como un servidor. Si soy el siguiente prometo cambiar en Cifras e Letras a Jorge y Yolanda por Mucha y Nucha. Total…
Y es que el nombramiento ha contado con el beneplácito de todos, los que lo han puesto ahí por razones obvias y los que lo han rechazado encantados así de poder montar a continuación el numerito, por razones evidentes. Atrás quedan gestiones del maligno y bochornosos espectáculos bipartitos por el reparto de espacios informativos, atrás quedan pero aún se nota su aliento, y lo malo es que enfrente solo cabe esperar más de lo mismo pero con corbatas y refajos nuevos. Todos han consagrado la pluralidad, la suya, la transparencia, la de los otros, la objetividad, la que cada una entienda, y esa otra cosa imprescindible en política informativa, el ‘ahora te vas a enterar’. Pero nadie habla de suprimir el invento, de reinventar el ‘ente’ que le llaman graciosamente, ese pozo ciego y negro y sin fondo que no sabemos para qué sirve y cuyo éxito absoluto es, mire usted, una telenovela de producción propia. Mucho hay que temerse que más allá del logo o las presentadoras, poco va cambiar en la pequeña pantalla porque aún más pequeñas son las miras, y planas. Los antiguos comisarios dejarán su puesto a los nuevos y los redactores dejarán las noticias a medio escribir para que las acaben los que ahora llegan porque en las televisiones públicas las líneas informativas son en realidad círculos viciosos.
Y coño, además tenemos que pagarlo.
Ya tenemos nuevo director para la tele, larga vida a Internet.
P.D. El antiguo director coincide con el nuevo en su primer apellido, Sánchez, joder, como un servidor. Si soy el siguiente prometo cambiar en Cifras e Letras a Jorge y Yolanda por Mucha y Nucha. Total…
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