Es posible que la campaña electoral perfecta sea aquella que concluya con los candidatos arrancando con sus propias uñas los carteles de la calle y limpiándola, quién sabe, y pidiendo perdón. Pero hasta que eso llegue esto seguirá pareciéndose al día de la marmota.
Nos vemos en Europa jugando “este partido” que dicen unos, sí, pagando nuestra entrada en el último anfiteatro, ese gallinero de glorias y llantos mientras “nuestro” equipo gana o pierde llevándonos a casa la sonrisa o la desilusión y el trajín de cada noche en vela latina y “nuestro” equipo agarra una copa del copón, sus sueldos millonarios, sus fichas y su consejo de administración de lo nuestro y gracias, muchas gracias a todos. No hacen falta soluciones, sino disoluciones. En masa.
Campañas electorales “moennas” de vídeos y diretes, repetidos como los mismos perros con distintos collares unos, como un trabajo fin de curso de los empollones de la clase otros, pero propuestas lo que se dice propuestas, búsquelas usted en las ofertas del supermercado porque aquí…O de chistes para llenar pabellones, auditivos, que hubieran sonrojado a Espinete por infantiloides pero, oiga, es lo que hay cuando se habla de juventudes y estas tienen más años que la Perla y que los tienen más negros que eso, pero todavía son juventudes, mire usted, pero que cambiaron la revolución por un gamberrismo de E.G.B., que nos tienen hasta el potorro con los chistes de orejas y bigotes porque propuesta, lo que se dice propuestas…pues eso. Pero para todo eso hay soluciones, dicen otros, pero entonces… ¿por qué se las callan? Misterio.
Esa es la campaña, la que nos merecemos por borregos (aunque ellos más, claro, sean quienes sean), pero al menos solo en unas semanas sabremos el resultado como si de un embarazo se tratara, aunque las náuseas queden para nosotros.
Olvídese de Eurovisión y vote tranquilo, aquí no participan Arzabayán ni Armenia.
Nos vemos en Europa jugando “este partido” que dicen unos, sí, pagando nuestra entrada en el último anfiteatro, ese gallinero de glorias y llantos mientras “nuestro” equipo gana o pierde llevándonos a casa la sonrisa o la desilusión y el trajín de cada noche en vela latina y “nuestro” equipo agarra una copa del copón, sus sueldos millonarios, sus fichas y su consejo de administración de lo nuestro y gracias, muchas gracias a todos. No hacen falta soluciones, sino disoluciones. En masa.
Campañas electorales “moennas” de vídeos y diretes, repetidos como los mismos perros con distintos collares unos, como un trabajo fin de curso de los empollones de la clase otros, pero propuestas lo que se dice propuestas, búsquelas usted en las ofertas del supermercado porque aquí…O de chistes para llenar pabellones, auditivos, que hubieran sonrojado a Espinete por infantiloides pero, oiga, es lo que hay cuando se habla de juventudes y estas tienen más años que la Perla y que los tienen más negros que eso, pero todavía son juventudes, mire usted, pero que cambiaron la revolución por un gamberrismo de E.G.B., que nos tienen hasta el potorro con los chistes de orejas y bigotes porque propuesta, lo que se dice propuestas…pues eso. Pero para todo eso hay soluciones, dicen otros, pero entonces… ¿por qué se las callan? Misterio.
Esa es la campaña, la que nos merecemos por borregos (aunque ellos más, claro, sean quienes sean), pero al menos solo en unas semanas sabremos el resultado como si de un embarazo se tratara, aunque las náuseas queden para nosotros.
Olvídese de Eurovisión y vote tranquilo, aquí no participan Arzabayán ni Armenia.
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