Hay veces que el Destino llega como el pie de un gigante
Sobre un jardín a rebosar de flores,
Como un cristal roto que nuca podrá volver a juntarse,
Como un águila abatida por un disparo furtivo.
Hay ocasiones en que el Destino no llama a la puerta sino que la derriba,
Es como el pecho de una madre que se seca,
Que aparece negro como un bosque que se ha quemado.
Días que son noches en que aparece el Destino para llevarse el aire para siempre,
Como una carta de amor que nunca llega,
Como los sorbos del vino agrio.
Llega para que olvidemos los nombres y las risas,
Como un niño triste que no quiere jugar,
Como la aguja de un reloj que se clava en el corazón.
Cuando una imagen vale más que mil ejemplares vendidos,
Como una fuente que mana fango.
Hay veces que el Destino viene a por lo que es suyo,
Que es siempre lo nuestro.
Sobre un jardín a rebosar de flores,
Como un cristal roto que nuca podrá volver a juntarse,
Como un águila abatida por un disparo furtivo.
Hay ocasiones en que el Destino no llama a la puerta sino que la derriba,
Es como el pecho de una madre que se seca,
Que aparece negro como un bosque que se ha quemado.
Días que son noches en que aparece el Destino para llevarse el aire para siempre,
Como una carta de amor que nunca llega,
Como los sorbos del vino agrio.
Llega para que olvidemos los nombres y las risas,
Como un niño triste que no quiere jugar,
Como la aguja de un reloj que se clava en el corazón.
Cuando una imagen vale más que mil ejemplares vendidos,
Como una fuente que mana fango.
Hay veces que el Destino viene a por lo que es suyo,
Que es siempre lo nuestro.
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