¿Por Qué Beben Los Jóvenes?

La respuesta es muy sencilla: ni idea. Pero algo si está claro y es que el que sale reiteradamente y sin otra finalidad aparente que la de emborracharse no es un gilipollas por hacerlo, no, ya lo era antes de salir de casa. Y allí sus padres podrán decir tiernamente y de un modo entrañable como en un anuncio de ambientadores “hemos criado (o creado) un gilipollas”. Y el alcohol, en este caso, es en realidad algo secundario porque el muchacho seguirá siéndolo aunque salga con sus amigos a beber, a hacer punto de cruz o a pasarse cuatro horas saltando, tanto da.
Tal vez por eso medidas como la anunciada por la Consellería de Saúde de la Xunta suenen a botellón, inútiles y con resaca. Elevar la edad legal para consumir alcohol hasta los dieciocho es como decir que se prohíbe beber a los menores de edad pero de una manera menos impopular, sin que se enganche la ropa en el espino de la opinión pública.
¿Los jóvenes? ¿La juventud? O, peor aún ¿nuestros jóvenes? Se habla de ellos como si de un rebaño se tratara, como borregos, como una cola ante un colegio electoral. ¿No son más bien fulanito y menganito, con nombres y apellidos, con padres…? Trasladar la culpa de una conducta a la sociedad es muy cómodo pero falaz porque, cuando el muchacho “sale” a la sociedad ya debiera estar “formado” ó no en casa. Todo lo demás son brindis al sol o a Júpiter. ¿Quieren beber? Que lo hagan hasta que revienten, que la sociedad, el Estado (sic) solo debe procurar que cuando vomiten lo hagan encima de sus señores padres…si es que para entonces ya han vuelto a casa después de otra jornada de “realizarse” fuera de casa.