El abuso en el uso de las colocaciones de las denominadas “Primeras Piedras” ha traído consigo un injusto desmerecimiento en la opinión pública, hasta el punto de que cuando tenemos conocimiento de alguno de estos actos intuitivamente comentamos “¿Cómo? ¿Tocan elecciones pronto?”
Una pena. Pero lo que poca gente sabe es que las piedras, esas “primeras” que se colocan en actos inaugurativos constituyen el medio de vida de medio centenar de personas que viven en un remoto valle de Os Ancares, dedicados precisamente a la extracción y explotación de esta festiva piedra. En efecto, desde hace tres generaciones una pequeña empresa familiar de la zona recibe de la administración pública el encargo de extraer de su pequeña pero selecta cantera el granito conmemorativo y, en bruto, desbastarlo artesanalmente, a mano aún, pulirlo, dándole la forma requerida (cubo, octógono, trapecio, en fin…) y finalmente y según los casos, grabar en piedra la leyenda pertinente o acoplarle una placa, según el acto.
El catálogo de primeras piedras que ofrece esta empresa es inagotable, tanto como las combinaciones geométricas y de superficie que puedan admitir el mineral, la imaginación del artesano pulidor y el capricho de los organizadores del acto, todo ello a unos precios más que competitivos en comparación con las “primeras piedras” que están llegando de Irlanda o Ingushetia. Un catálogo que en los últimos años se ha visto ampliado como consecuencia de que a las administraciones se han unido no pocas empresas privadas que, a su manera, repiten esta práctica de colocación de primeros pedruscos para conmemorar los acontecimientos más inverosímiles. Una fuerte demanda para una pequeña factoría que sin embargo aún sigue siendo capaz de abastecer la práctica totalidad de los mercados españoles y lusos, al menos mientras las entrañas de su valle sigan albergando suficientes toneladas cúbicas de ese bendito material…
Una pena. Pero lo que poca gente sabe es que las piedras, esas “primeras” que se colocan en actos inaugurativos constituyen el medio de vida de medio centenar de personas que viven en un remoto valle de Os Ancares, dedicados precisamente a la extracción y explotación de esta festiva piedra. En efecto, desde hace tres generaciones una pequeña empresa familiar de la zona recibe de la administración pública el encargo de extraer de su pequeña pero selecta cantera el granito conmemorativo y, en bruto, desbastarlo artesanalmente, a mano aún, pulirlo, dándole la forma requerida (cubo, octógono, trapecio, en fin…) y finalmente y según los casos, grabar en piedra la leyenda pertinente o acoplarle una placa, según el acto.
El catálogo de primeras piedras que ofrece esta empresa es inagotable, tanto como las combinaciones geométricas y de superficie que puedan admitir el mineral, la imaginación del artesano pulidor y el capricho de los organizadores del acto, todo ello a unos precios más que competitivos en comparación con las “primeras piedras” que están llegando de Irlanda o Ingushetia. Un catálogo que en los últimos años se ha visto ampliado como consecuencia de que a las administraciones se han unido no pocas empresas privadas que, a su manera, repiten esta práctica de colocación de primeros pedruscos para conmemorar los acontecimientos más inverosímiles. Una fuerte demanda para una pequeña factoría que sin embargo aún sigue siendo capaz de abastecer la práctica totalidad de los mercados españoles y lusos, al menos mientras las entrañas de su valle sigan albergando suficientes toneladas cúbicas de ese bendito material…
…que no hombre, que es una broma!!!
(que se lo cree usted todo)
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