Laura di Prato (al.), periodista, ostentó el cargo equivalente a presidente provincial del partido Pueblo de la Libertad (PdL), de Berlusconi y alta responsable de la RAI. Fue "depurada" tras publicar un artículo en el que denunciaba las "depuraciones" calladas producidas en el seno del imperio mediático de su líder entre quienes apoyaron a Indro Montanelli.
Silvio pertenece a esa casta de político que, al despedirse, no dan un portazo sino que se llevan la puerta con ellos…por si acaso.
Y es que quienes se extrañan o escandalizan sobre la manera de hacer política del primer ministro olvidan lo esencial, que él no hace política, es un empresario y como tal actúa, despreciado en silencio tanto por empresarios como por políticos al mezclar empresa y política pero empresario de pies a cabeza, un fenómeno propio de países y regiones que no necesitan del Estado para funcionar convirtiendo a este, al Estado, en una nación paralela en vicisitudes y necesidades, muy alejada del pueblo.
Silvio, empresario de éxito en una época que vive para la fascinación, no ha dudado en hacer de la política un entramado para sus negocios, una rama, una división empresarial. Y no hay más. A cambio da cuanto sabe que contenta al elector. Charlatán de una excitante pobreza intelectual (el frecuente recurso a frases célebres de personajes histórico es buena prueba de ello), ha llegado a creer que su habilidad tanto en política como en negocios es debida a su talento, ignorando (nadie se lo ha dicho por razones de maquiavélicas conveniencia) que él es en realidad la marioneta de aquellos a quienes cree que sostiene, el monigote para sus intereses a cambio de alimentar su vanidad. Para ello nada mejor que dejarle convertirse en un personaje más de sus medios de comunicación, una estrella mediática de la que hemos de soportar cómo auto encumbra su vida personal como reflejo palpable tanto de su falta de autoestima como su inseguridad, deficiencias que, en este caso también, suple pagando el halago en metálico o recompensas de toda índole.
En su haber, dicen sus fieles, una economía poderosa y con futuro, una sensación más real que un teórico estado de bienestar, o la defensa de ciertos valores morales como difuso estandarte siempre valuables económicamente, son el legado bajo cuyo paraguas amparaba su actuación. Pero todo era, y es, marketing burdo, tan infantil y primario que acababa por no dejar ver ni el bosque, ni los árboles, ni los pirómanos. Porque no ha sido un político populista y gritón como los habéis conocido en España, no, lo suyo era clase y estilo, pagar numerosos perritos falderos y para eso hace falta mucho, mucho dinero, y de todos los colores.
Ha sido, en fin, uno de tantos ejemplos de puesta al servicio económico, a través de una personalidad defectuosa, de todo aquello que alimenta la libertad con el riesgo inherente de su pérdida. A cambio, he ahí el personaje que olvida la máxima clásica de que “quien es amigo de todos no es amigo de nadie” pero todos le sacan tajada, el personaje que pone en almoneda su dignidad y la de quienes creen en él (¡) a cambio de treinta monedas, el personaje enfermo de vanidad que se cree a sí mismo un activo empresarial y que, alejado de la realidad, tampoco le importa ser visto y sentido como un emperador estrenando traje nuevo mientras le rían las gracias y le suene la caja, el personaje en fin que solo descansa al arrullo de la claque sabedor, o puede que no, de que si se le acabaran los fondos pero sobre todo su “nombre”, sería un donnadie (lo que es pero al menos ahora le desgrava)
¿Ha sufrido Silvio un golpe de estado institucional? No, lo que lo ha descabalgado ha sido una vulgar y prosaica OPA.
Traducción: LyB
Por petición expresa se omiten fechas y determinadas localizaciones.
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