Y todo porque hace unos días cerró el diario Público (edición papel), hecho al que tuvimos que asistir sin mover una pestaña. Tal vez porque Público pertenecía a esa categoría de prensa, de la que no se salva ninguna, entregada a una “Causa”, la Causa, da lo mismo que sea política que económica, lo mismo social que a la mayor gloria de editores enfermos de fagocitadota vanidad. La Causa, cualquiera de ellas, es garantía de vacío porque los lectores, ajenos a semejante endogamia complaciente, comprendemos que un periodista entregado a una Causa es un mal periodista por haber renunciado al periodismo por un contrato. Tal vez porque se olvida que los ciudadanos solo creemos en periodistas entregados al periodismo, periodistas para los que el periodismo es la Causa y no una mesiánica misión política, económica, social o personal de quien les paga.
Ante semejante realidad resulta sin embargo necesario reconciliarse con tantos personajes íntegros como uno ha conocido en su vida para quienes el periodismo era su vida y no un trabajo o un título con derechos. Es el caso, y esperamos no equivocarnos, de Iara Mantiñán Búa que acaba de reconocerse casada con el periodismo en un artículo que reseñamos al final. Nada nuevo en realidad, pero hacía tantos años que no escuchábamos algo parecido que habíamos perdido la fe en volver a encontrarlo. Nada nuevo, es cierto, pero tantos años sin escuchar nada auténtico casi nos hace desistir en nuestra búsqueda. Nada nuevo, en fin, pero tan alejado de cuanto nos rodea que se presenta como un descubrimiento en estos días. Iara no pretende dar lecciones, solo habla de ella, ni sacar los colores, solo comparte vivencias. Pero….
…pero mejor lea usted el artículo, conózcala mejor y luego opine.
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