Casualidad o no, Luis Rial fue cesado en la dirección de su programa radiofónico horas después de sugerir que los mediocres debían salir de la Radio Galega, la pública. Al parecer llamó “mediocres” o “mangantes” a algunos de quienes allí trabajan, opinando que tras la oposición en ciernes o incluso en caso de privatización de la cosa, solo quedarían los válidos. Grave error.
Se equivoca el varias veces veterano periodista al hablar así de sus compañeros. Se puede ser bueno, o malo, o incluso regular o, como es su caso, estar en el puesto por decisión judicial. Se puede ser un desastre haciendo un gran trabajo, ser pésimo si uno no está a la altura pero, rememorando aquello de los talentos, es capaz de dar todo lo que tiene y como mejor sabe y puede hacerlo. Se puede ser vago o trabajador, profesional o torpe. Pero ningún compañero es mediocre porque la mediocridad no es una forma de ser sino de estar en el mundo laboral, el mediocre es el estado previo al ascenso del trepa, el mediocre es que el aspira a ascender sin mérito, el mediocre es quien acabará en un despacho, en una dirección como director, como editor, como director-fundador si además carece de vergüenza. Pero esos no son compañeros, el mediocre nunca es compañero de nadie salvo de sí mismo.
Podemos entender lo que el señor Rial quiso decir porque no sabía lo que decía. El mediocre sobrevive a las oposiciones, a las privatizaciones, a todo y a todos.
Rial es un animal radiofónico, pero hasta los animales bien educados un día hacen sus necesidades en la alfombra del salón principal. Con lo que eso huele. Bien cesado está, no por lo que dijo sino por lo que calló.
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