viernes, 23 de noviembre de 2012

Más acá del honor

Touriño y Martin Sheen disertando sobre la posibilidad
de llevar su libro al cine

Pocas cosas provocan tanto el morbo o excitan la curiosidad malsana como la acérrima defensa del honor cuando nadie lo ha cuestionado. Se consigue así el efecto contrario. O no, si hasta con la lástima puede comerciarse de algún modo. Tal vez porque el honor, cuando existe, no precisa que se defienda sino que se muestre; tal vez porque esa defensa supone, en sí misma, cuestionarlo porque así funciona la complejidad de la mente humana, con pulsiones primitivas. Es de comprender pues que para la intuición popular esa defensa, en su furia, algo oculta, algo que la experiencia suele situar no en la esfera del defendido sino en la miseria que se esconde y así se delata, del defensor que convierte cada alabanza en confesión de la carencia propia. Excusatio non petita, proclama el aforismo forense, una defensa tan llamativa que apela al morbo que, torpemente, se busca evitar para culpar, como es habitual entre los espíritus despistados, al lucero del alba, una manera de decir que se defiende para que nadie piense que también nosotros somos igual al defendido. Y así, en lugar de sacar pecho se saque la dentellada y hasta la amenaza. También puede que tal vez nada de esto sea así, tal vez, pero es lo que se consigue provocar, la sensación tan blanca y tan embotellada que queda. Y es precisamente en este contexto del que hablamos cuando en los últimos días dos acontecimientos han cobrado especial últimamente al hilo de lo expuesto.

El primero de ellos viene de la mano y la pluma del ex presidente Touriño, ese hombre tranquilo, casi somnoliento, que ha sacado a la luz de las tinieblas una suerte de desmemorias, o recuerdos, sobre sus años de cetro y armiño. Dispuesto a no querer ser una marioneta, aquel Emilio no ha dejado títere con cabeza entre propios y extrañados, sembrando de minas el camino que debe aún debe recorrer un fantasmagórico José Blanco y de trampas fatales las estancias de quienes le construyeron, tras su derrota, una gatera en la puerta trasera para que saliera por ella. ¿Por qué esta defensa de su honor, de su recuerdo? De lo leído hasta ahora solo queda claro que prefiere reconocer que si quedó como tonto fue voluntariamente, no porque nadie le obligara. Por este motivo dicen quienes fueron sus compañeros que si lo que busca es un monumento solo será posible en una plaza, la de María José Caride, un monumento al “dedo”, afirman con cierto misterio.

El segundo de los episodios se ha escrito en Raxoi con el despido y posterior reingreso por decisión judicial de la antaño denostada Pilar Bermejo, a la sazón jefaza de la UMAD con el anterior gobierno municipal. Cesada tras ser acusada de favorecer a la empresa de su hijo en determinadas concesiones, ahora vuelve a la administración ya que se ha decidido no indemnizarla. Recurrió y ha ganado este primer envite, un round que no sabemos si aclara algo sobre aquello de lo que se le acusó, que la cuestión laboral y procedimental es otra cosa que en nada, o en poco, afecta al nepotismo ramplón. Ahora está otra vez allí, es lo cierto, con honor o sin él, esa cosa que a la intemperie brilla o se oxida según su calidad. A nadie le importa el honor hasta que le toca a uno, entonces todo se vuelve terrible. Hasta entonces, al menos en privado, todo vale para con los demás.

Touriño y Bermejo, dos casos de honor en solfa. Será cierto que, como dicen nuestros viejos paisanos desdentaos, antes de lanzarse a defender el honor debemos estar muy seguros del nuestro.


No hay comentarios:

El Correo Gallego - Santiago - Titulares

EL PAÍS - Titulares - Galicia

TVG - Informativos - Titulares

Páginas más vistas en la última semana

Cartelera de Santiago (destacados)

Cartelera de Cine en Santiago

Cartelera de Cine en Santiago
Pulse para acceder